Alaska, 2 de diciembre de 2009,
Querido R,
He vuelto al trabajo después de una semana de emociones varias. A las 10h tenía una de esos casos que me gustan, en el que no hay demandas económicas por medio y la gente me busca por mis presuntas dotes como educador. Se trataba de una mediación entre una madre y su hija adolescente. Era ya la tercera entrevista con ellas y les he hecho el ejercicio de las sillas, ya sabes, ese en que intercambian los asientos y la madre hace de hija y viceversa. Ha sido como un déjà vu, porque aún tenía muy presente la representación en Bilbao.
En estos ejercicios sale la pura caricatura de cada uno. No sé si sirven para conocerse mejor, pero seguro que valen para saber como te ve el otro.
A las 11h, después del desayuno, le he dicho a Teresiña que me iba a dar una vuelta. Privilegio de educadores. Era para ver si veía a X, que no ha venido a la entrevista de las 8’30h, pero también era por el mercadillo de antigüedades que ponen los martes. Hacía mucho frío, como si el frío intentara quedarse de una vez tras un verano interminable.
Te hubiera gustado estar aquí, mirando planchas, máquinas de escribir, coches Guisval y libro amarillentos del siglo pasado a 5 pesetas que ahora valen 20 euros. He visto, en un puesto donde había TeBeOs y Mortadelos, un libro de 1975 que se llamaba “La inversión sexual”, de un sociólogo francés, Edouard Roditi. Ya sabes que me encanta ojear estas reliquias. En la contraportada, el tal Roditi aseguraba que la homosexualidad es un “mecanismo natural de regulación de los nacimientos” y se lamentaba de que los intentos del psicoanálisis para curarla hubieran sido en vano. Inversión sexual, claro. Lo bueno de todo es que, a juzgar por la portada, el libro se vendía como el no va más de la modernidad en aquel momento. Otro libro de los setenta, no recuerdo ahora el título, hablaba de juventud desbocada y sin valores. Una juventud perdida sin remedio entre el sexo y la droga. ¡En 1975!
El tiempo es cruel con algunos libros y sobre todo con algunos prejuicios. Cuando a veces te hablo de un comportamiento científico me refiero sobre todo a eso: a ser rigurosos, a utilizar datos y hechos comprobables, a ser cuidadosos con el lenguaje, a no calificar alegremente a las personas, a estar atentos a los lugares comunes y a los tópicos. Porque si bien es cierto que con ellos se consigue el beneplácito de los contemporáneos, puede pasar que nos lean de aquí a cuarenta años y nos encuentren ridículos.
No he encontrado a X y he vuelto al despacho. Me he puesto a hacer gestiones que tenía atrasadas. Muchas de ellas son informes de ayudas económicas. Recuerdo que en el Congreso de Vic se habló de si los educadores queríamos hacer gestión o trabajo educativo. Algo así. Era una pregunta retórica, claro. Pero digo yo que alguien tendrá que hacer la gestión y la burocracia. Quizás la solución a muchos de los problemas de los servicios sociales pasen por contratar a más administrativos preparados. Pero, no sé, a los educadores sociales nos gusta quejarnos, y nos gustan las palabras grandilocuentes, pero no nos caracterizamos por el pragmatismo precisamente.
Sobre las 13h hago un café con Teresiña. Comentamos el tema de Diego, el hombre al que un médico primero, y luego los medios y mucha gente, eso que se llama el pueblo llano, acusó injustamente de haber provocado la muerte de una niña.
En esta ocasión los servicios sociales no han tenido nada que ver en el asunto, pero el caso de Diego nos ha de alertar sobre la necesidad de la presunción de inocencia, igual que el caso de Alba nos alertó en su día sobre las negligencias. Ojo con los rumores, ojo con los juicios paralelos, ojo con un periodismo que tiene prisa, ojo con “el pueblo”, ojo con los vecinos que ven traficantes y malostratos por las esquinas, ojo con los informes cargados de suposiciones y sospechas y dudas. Insisto: hay que ser rigurosos, trabajar con los datos contrastados. Un ejercicio sano en las reuniones de profesionales es pedir cuentas de las afirmaciones sobre personas que se hagan a la ligera, aunque eso nos granjee fama de quisquillosos. Es curioso, ante afirmaciones gratuitas, la mayoría de gente acaba retractándose. “Bueno, tampoco quería decir eso”. Pues eso, que digan(digamos) lo que exactamente querían decir. Además, como ejercicio de auto contención es estupendo.
Hace unos años, en un curso, la ponente dijo, mostrando un gráfico, que los casos conocidos de abusos sexuales a menores sólo eran la punta de un enorme iceberg. Yo le pregunté que cómo se sabía eso, si precisamente lo que está por debajo de la punta de un iceberg es lo que no se ve. Me miró como quien mira a un quisquilloso, pero todavía espero su respuesta.
Creo que hay que tener cuidado con juzgar apresuradamente lo que no se ve, ni se conoce, ni se sabe. A veces el oscuro hielo se puede llevar por delante la vida de un hombre.
En fin R, que he vuelto a este curioso trabajo en el que se dice que lo vocacional es tan importante, dando por sentado lo que ha llevado a cada uno a trabajar en esto. Intuyo que cuando nos libremos del rollo de lo vocacional y simplemente reconozcamos que estamos en una profesión que nos gusta, con la que aspiramos a vivir bien, mejoraremos en todos los aspectos.
Pero bueno, no quiero acabar esta carta refunfuñando. Mañana nos reunimos el equipo de educadores sociales de los municipios de Alaska. Estamos apostando por algo que llamaremos "Laboratorio de ideas": un espacio de reflexión mensual del que deben salir proyectos, protocolos, técnicas, escritos, ponencias, redes, etc. Lo de laboratorio me gusta; esa imagen fría, aséptica, de bata blanca, pero a la vez de ingenio y chaladura. Seremos doce cabezas pensantes, osea que yo creo que dará sus frutos. En la linea de lo que comentó en su ponencia Pere Soler, profesor de la UdG, en el Congreso catalán, la burocracia y la queja no van a poder con nosotros, así que hemos dado un paso adelante por la calidad.
Ya te contaré.
3 comentarios:
quique como me gusta leerte! cuanto me veo reflejada en tus ideas!
que razón llevas cuando no se es consciente de que el informe que rellenamos tiene un valor tan grande, que da pie a tomar unas soluciones u otras... estaba pensando en cuando a unos padres se le quita la custodia de sus hijos... que miedo me da tener que redactar algún día un informe, con contenido equivocado...
Uau, por fin leo a alguien que se desprende del topicazo vocacional. Hoy encaro mi trabajo de forma más gustosa.
Gracias.
Y el resto, como siempre, chapeau!!
cuesta disginguir los medios de comunicación serios de los sensacionalistas.
Felicidades por tu blog.
Xevi
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