jueves, 24 de abril de 2008

SPAIN HISTORY X (una historia de juzgados)

Explicar una historia que ocurrió hace años tiene sus riesgos. Uno de ellos es que acabes rellenando con la imaginación los agujeros negros de la memoria, o que te acabes inventando cosas para mejorarla, con lo cual conviertes una historia verdadera en una ficción.
Puedo asegurar, sin embargo, que recuerdo perfectamente mi primera experiencia notable en unos juzgados, hace cinco años.
Yo acompañaba a X, una mujer marroquí, que había sido maltratada por su marido. Tuvimos que esperar de pie a que le hicieran la declaración en un pasillo atiborrado de gente. En el pasillo sólo había un banco de madera, a todas luces insuficiente para la envergadura de aquel juzgado. Todo en el pasillo era tremendamente triste y oscuro, cuartelero: las paredes mal pintadas de gris, la poca luz, las puertas antiguas y rotas.
X me pidió que la acompañara en su declaración. El cuartucho donde hicieron hablar a X era mucho peor que el pasillo. Cuatro personas trabajaban en sus mesas, hundidas, atiborradas de montañas de papel. Todo era gris y feo. Los expedientes, las mesas, la luz, los muebles antiguos y desconchados. Olía a rancio.
La señorita que preguntaba a X lo hacía con una frialdad mecánica, impertinente, todo muy acorde con el espacio donde trabajaba. La confidencialidad, allí, era una broma de mal gusto, y X iba relatando sus miserias mientras las otras tres trabajadoras de la sala se la miraban desde sus mesas, haciendo comentarios, y bufando.
X me había dicho meses antes que estaba contenta de estar viviendo en un país más moderno que el suyo, donde todo funcionaba bien, y a mí se me iba cayendo la cara de vergüenza al recordarlo.
Volvimos al triste pasillo. Un póster colgaba de la pared. Hacía recomendaciones sobre el trato amable y correcto que debían recibir las mujeres víctimas de violencia en las dependencias policiales o en los juzgados. A mí me entró la risa floja.
Una hora después, la jueza, porque era una jueza, asomó su cara por la puerta de su cuchitril, este sí un poco más grande que el otro, pero igual de antiguo, como si la justicia necesitara esa pátina de fealdad para hacerse respetar, y allí mismo, en un pasillo atiborrado de gente, pegó un grito- ¿Usted es X? Pero, a ver (ese, a ver, autoritario y barriobajero, no hacía más que reflejar el ambiente donde trabajaba), entonces, ¿está usted segura de pedir la orden de alejamiento?. El problema no era la pertinencia o no de la pregunta, el problema era la desidia de aquella porquería de juzgado, que acababa impregnándolo todo, y convertía a una jueza en una vulgar verdulera. Tanto que a mí se me quitó de repente ese miedo que tengo a las togas y le pedí, armándome de valor, porque yo no soy ningún héroe, que hiciera el favor de entrevistar a X en privado, que la gente que había en el pasillo no tenía que enterarse de todo.
El corolario de esta historia, amigo lector, es la entrevista del miércoles en El País al juez Eduardo López-Palop, encargado de la ejecución de condenas a maltratadores, en la que denunciaba el desastre en el que estaba metido.
Mientras que otras administraciones españolas se han modernizado, la mayoría de juzgados españoles, perdón, de Alaska, dan pena. A ello ha contribuido, sin duda, la judicalización de la vida cotidiana (hoy medio mundo denuncia al otro medio), la falta de una informatización adecuada, la falta de personal, etc. Todo ello puede solucionarse, si se quiere. Pero hay algo que costará un poco más. La desidia de los juzgados ha envilecido a algunos trabajadores y jueces, que seguro que entraron en ellos con ilusión y ganas y que se han ido acostumbrando, poco a poco, a trabajar en esas cloacas de papel. La luz sepia, los muebles rotos, las carpetas a punto de explotar, los armarios oxidados, los pasillos rebosantes acaban sacando la bilis a cualquiera y hace que personas que parecen responsables puedan echarse sus risitas mientras entrevistan a una mujer como X

Pasó hace cinco años. Pero el juzgado sigue ahí, igual de triste y oscuro.



Alaska, 24 de abril de 2008

7 comentarios:

BLQ dijo...

des de Francia, en que ha acabado esta historia de la huelga de funcionarios judiciales?

me parece que pedían más presupuesto para paliar las deficiencias no? o era un aumento de salario...

bueno, simplemente espero que, sobretodo en experiencias como la de X, un día se llegue a hacer las cosas bien

Anónimo dijo...

ELOY: 190 EUROS MAS AL MES A CADA FUNCIONARIO, MAS UNA PAGA CON CARACTER RETROACTIVO (480 EUROS).
¿¿Para paliar deficiencias?? El ministro Bermejo ya se ha hecho la foto con los sindicatos y ha desaparecido del mapa. El Juez Palop, que menciona Quique, si parece ser que lo ha hecho por ese motivo (la prudencia hasta la muerte, en este pais de Lazarillos).


QUIQUE: Siempre es dificil añadirte o complementarte en algo mas. Paso a experiencia personal, tambien....Sin menosprecirar a los jueces (que como en todo, los habrá buenos y peores, correctos y altivos, cuidadosos o verduleros..), nos hemos topado con una jueza que intenta echar de la sala a una educadora , ante la corrección de un testimonio falso y manipulado de una menor violenta. Y por contra, esperar (aun) mas de 6 meses, para tomar declaración, recibir, escuchar a esa compañera.

AGRESORA: Testifica a dos semanas de ocurrir el hecho, y se encienden todas las alarmas del mundo, por el hecho de ser menor.
AGREDIDA: A la espera.....

Las fuerzas de seguridad (Policias), o sanitarias que conocen y viven la cotidianeidad de algunos trabajos,ayudan y apoyan en lo que pueden cuando suceden cosas indeseables de este tipo. La Justicia demuestra otra cosa.

Aqui, en el Polo Norte, los juzgados y edificios son muy modernos, nuevos, etc, etc...pero lo que chirria son las personas, en vez de las puertas.

Un saludo

Quique dijo...

Hola Eloi. Asier, muy interesante tu experiencia.
Es verdad, el mueble no hace la cosa.

Un saludo

argentina dijo...

Quiqueeee!
Muchas gracias.
¿Todo bien?
Estos días no puedo escribirte mucho, pero voy leyendo eh?...

Un besazo y a cuidarse mucho!


Tina.

Anónimo dijo...

Es un placer leerte cada mañana. No soy del ámbito del que hablas, pero es como si leyese un periódico.
Felcidades

Belén

Susana Aída De Madariaga dijo...

Como dice una persona que amo mucho: "en los detalles está la excelencia de la vida"
Sin duda trabajar en un lugar como ese no es inspirador para tu trabajo y acabas convirtiéndote en verdulera en vez de jueza. Una lástima, pero así le va a.... ALASKA

Nome Andrés dijo...

Creo que tus palabras no desfiguran en nada la realidad; simplemente la describen haciendola más visible. Una pequeña experiencia que he tenido en los juzgados me produjo una sensación anacrónica; como si en ese ámbito, o en ese coto, este país no hubiera mejorado nada. Es el reino de los papeles, de los expedientes numerados que están no sé donde... Huele todo muy rancio allí: no sé por qué la informática no puede ser utilizada para algo más que escribir y sacar papeles que luego se acumulan en archivos en los que los propios administrativos se pierden. Si por el camino no han perdido ya los papeles. En la sanidad también se han multiplicado todo y por lo que puedo comprobar, con la ayuda de la informática, las cosas parece que funcionan bastante mejor que en justicia.