Llevan sin aguantarse mucho tiempo, y cada vez están más agresivos el uno con el otro. Así que Teresiña y yo pasamos al plan B.
- Ana , ahora usted siéntese donde está su hijo, y tú, Jan, siéntate donde está tu madre.
Ana podría ser una señora, digamos, adorable, pequeñita como es, con sus rizos dorados y su semblante tristón, si no fuera por su incontinencia verbal. Jan es un joven que parece un oso; grande, peludo, con un tatuaje que sale de su camiseta y trepa hasta una oreja cargada de chatarra.
-Muy bien, Ana, ahora es usted Jan, a ver si todos podemos entender que es lo que le molesta de su hijo.
-Muy bien, Ana, ahora es usted Jan, a ver si todos podemos entender que es lo que le molesta de su hijo.
Ana nos mira como diciendo ¿se han vuelto majaretas?. Pero la propuesta parece divertirle .
Ver a una señora de casi sesenta años diciendo cosas a su hijo como: "joder mama, no me ralles, déjame en paz, vete a la puta mierda, esta comida es una mierda", etc. tiene su miga. Y no sobreactua.
-Jan, ahora tú eres tu madre.
Ver a una señora de casi sesenta años diciendo cosas a su hijo como: "joder mama, no me ralles, déjame en paz, vete a la puta mierda, esta comida es una mierda", etc. tiene su miga. Y no sobreactua.
-Jan, ahora tú eres tu madre.
Y Jan se acerca a la oreja de su madre, sin cortarse ni un pelo, y empieza a “rallarla”: ¿has recogido la habitación? Nunca me cuentas nada, siempre con los cascos puestos, y bla, bla, bla.
Ríen, lloran. Se dicen cosas terribles, pero también algunas preciosas. Les pedimos un abrazo final y se lo dan. Todo un logro para una familia que no se permite nunca una palabra amable o una caricia.
En los días siguientes, Ana y Jan vienen con otra cara. No se han solucionado todos sus desencuentros, pero creo que se entienden más. Cuando vuelven a las andadas, Jan mira a su madre y se ríen. Saben que se están parodiando. Y, lo que es mejor, han entendido que todo cambio empieza por uno mismo.
Ríen, lloran. Se dicen cosas terribles, pero también algunas preciosas. Les pedimos un abrazo final y se lo dan. Todo un logro para una familia que no se permite nunca una palabra amable o una caricia.
En los días siguientes, Ana y Jan vienen con otra cara. No se han solucionado todos sus desencuentros, pero creo que se entienden más. Cuando vuelven a las andadas, Jan mira a su madre y se ríen. Saben que se están parodiando. Y, lo que es mejor, han entendido que todo cambio empieza por uno mismo.
Hay que ver lo que dan de si un par de sillas.
9 comentarios:
Y usted quiere las sillas de otros... tch..tch..tch..
:-)
Te descubri hace unas semanitas, te tengo en favoritos, cada día me gustan más tus palabras. Gracias.
Mi hijo tiene 17 y tambien debo de estar rallandole mucho...
Tita
felicidades, debes estar contento
¡Que idea tan simpática!.
La voy a poner en práctica con mis hijas.
Me ha encantado el escrito.
Luis
¡¡Mierda!! (...perdón... es que te lo robaría entero y lo mandaría, tal cual a la redaccion, jajajajajajaaaa.... ¿¿y si vamos a medias, hace???)
XDDDDD
Me gusta tu blog.
Me gusta cómo cuentas las cosas.
Y lo que cuentas.
Y la bondad, la serenidad y el buen juicio que siembras.
Hola, ay esas sillas..., ni la de Gabo, ni la de Kapuscinski, a mí me gusta la suya.
Muy bueno.
Esa técnica de las sillas siempre da resultados interesantes.
Acabo de encontrar tu blog y tengo la mosca zumbando rauda y veloz detrás de la orejilla. Y una pregunta así en la punta de la lengua. Donde estás exactamente entre Extermadura y Alaska?
Pregunto simplemente porque es la primera vez que veo el nombre de Alaska en otro blog en español que no sea el mío. Y me ha entrado una curiosidad tremenda de saber si estás cerca (de Alaska, que es donde vivo) o en realidad no.
Seguiré viniendo or aquí, porque además de provocarme una tremenda curiosidad, me interesa lo que cuentas y me gusta como lo cuentas.
Un saludo desde Alaska
Hola a todos y todas. Gracias por vuestros comentarios.
Ginebra, vale, me quedo con mi silla.
Tita, Bienvenida a Alaska.
Eloi, ¿cómo va por esos mundos?
Ludwig, ya me contarás.
It, hace, jaja. Ya sabes que es mutuo.
Edda, y la de Cortazar?
Miguel, hola, soy un asiduo lector tuyo.
Meiga, te enlazo ahora mismito. Ostras, me ha hecho mucha ilusión tu comentario desde Alaska. Digamos que el título me lo inspiró una archiconocida serie. Y hasta ahí puedo leer...
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