martes, 7 de octubre de 2008

ESPACIOS ( 2)

Hace unos años vi la obra de teatro "La comedia de los errores". La escenografía del espectáculo era apabullante, con una serie de plataformas hidráulicas que hacían aparecer y desaparecer a los actores. Sin embargo, tamaña complejidad lastraba la obra. La hacía lenta y con poca gracia.
Meses después pude ver la misma obra, representada por la misma compañía, pero en un teatro cuyas dimensiones no permitían montar el mismo escenario. Se trataba de un espacio mucho más sobrio y en apariencia menos vistoso. Paradógicamente, la comedia de Shakespeare se había vuelto trepidante, divertida, y los actores brillaban. En el primer caso la escenografía iba en contra de los actores, en el segundo iba a su favor.
El espacio escénico produce sus efectos, como señala el gran director teatral Peter Brook, aunque se trate de los espacios minimalistas y casi vacíos de sus últimas obras.
El teatro imita a la vida y viceversa. Cualquiera que haya hecho una entrevista o un trabajo en grupo sabe que no es lo mismo trabajar en una mesa redonda que hacerlo en una rectangular, o trabajar en un espacio sin mesa, o hacerlo con las sillas distribuidas de una u otra manera. Por no hablar de las diferencias entre comunicarse en un espacio cerrado o hacerlo en otro al aire libre.

Por otra parte, la psicología y la sociología se han ocupado exhaustivamente de la influencia del espacio en el estado de ánimo y la conducta de las personas. La publicidad, la arquitectura o el diseño han tomado nota. No hay más que darse una vuelta por la ciudad con los ojos bien abiertos: supermercados, parques, callejones. Desde el despacho del director (no suelen ser tan grandes porque el director necesite tanto espacio, sino porque sabe que te intimida sin necesidad de abrir la boca), hasta la consulta del dentista (que pinta su consulta en color pastel, pone música new age, y cuelga cuadros de mares transparentes para que te relajes y no salgas corriendo, antes de abrirte las encías en canal).

En servicios sociales el tema de los espacios da para largo y tendido. Respecto a los espacios descuidados o simplemente inadecuados (por fortuna, cada vez más inusuales), efectivamente producen sus efectos. Uno de ellos es la confirmación de un prejuicio . La de que los servicios sociales continúan siendo un lugar puramente asistencial y residual (donde se tratan "los residuos"), que no merece más atención. De ahí el descuido y la desidia.

El otro efecto se produce sobre las personas que utilizan ese espacio. Por un lado el profesional, al que se le está diciendo, implícitamente, el bajo estatus que ocupa en la organización, cualquiera que ésta sea.

Los efectos que pueden causar en el usuario pueden ser muy variados. Unos aceptan no merecer mejor trato que el que se les dispensa al ser recibidos en un sitio feo y en tan malas condiciones. Trato que les recuerda el lugar que se merecen y que, desde luego, no ayuda a reforzar la autoestima de nadie.

Otros usuarios ven confirmados sus prejuicios respecto a los servicios sociales, y se apresuran en declararse “clientes ocasionales” del mismo. "Yo nunca hubiera venido si...". Lógico, es difícil que puedan ver, en un local en ruinas, un sitio fiable y de calidad donde puedan ofrecerles otra cosa que ayudas económicas o limosna. Por mucho que el profesional se esfuerce en demostrarles lo contrario.
Faltaría enumerar los inconvenientes y las distracciones para hacer una buena entrevista o trabajo grupal en un "escenografía" adversa (el frío, la falta de luz, los malos olores, el ruido, etc.). Pero eso daría para otro capítulo y es tarde.


Alaska, 8 de octubre de 2008


Pintura: Josep Santilari

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Quique , me han encantado tus post sobre el espacio y esta es una de mis luchas con esta profesión.
`Ya mucho menos pero todavia he podido oir algun comentario demagógico como diciendo no hay recursos para la gente y vamos a tener un despacho suntuosos como si un despacho decente fuera sinonimo de lujoso.
Soy enemiga del lujo pero no en serviciosn sociales sino en cualquier sitio público, entiendo que lo que se paga con impuestos, hay que administrarlo bien pero defiendo a ultranza los sitios agradables, abiertos, con muebles bonitos y esto nada tiene que ver con lo caro, muy al contrario.

En la linea de esto y como te expresas tan bien algun dia podrias hablar de la estética del profesional, también parece más legitimado una persona vestida de una manera determinada.
Por suerte cada vez hay gente más diferente en esto y las estéticas son diferentes, en la variedad está el gusto.

Anónimo dijo...

La entrada de hoy, que entiendo sirve de complemento a la de ayer, es como para que se envíe a algún responsable universitario de alguna facultad en la que se imparta nuestra titulación.

En relación al comentario anterior, todo este tema (del lujo, no lujo, etc...) da para mucho y, en ocasiones, ofrece debates muy bonitos.

Yo sí recuerdo que un amigo de estos hippi-alternativos (con un padre que, por cierto, tenía más duros que un torero) en la uni me dijo que no entendía cómo yo podría educar a jóvenes de un barrio vestido de la forma en que iba vestido en aquel momento (camisa de cuadros metida por dentro en unos pantalones de pana, bajo un chaleco)

Sigo pensando que, a pesar de que el aspecto es importante, no creo necesario ningún tipo de uniforme para desarrollar nuestra profesión y más aún si no vas a estar cómodo con el mismo, no sé si me explico.

Perdón si me he desviado un poco del tema.

Saludos!!

Quique dijo...

HOla anónima.
Saludos lucce. Estoy muy de acuerdo con tu post sobre los ES pata negra".
Respecto al vestuario. No sé. Es un tema con similitudes al del espacio ¿no? La imagen también produce sus efectos y es bueno controlarlos o conocerlos. Muy interesante el tema en todo caso.

Meiga en Alaska dijo...

Sigo animándote a que tomes acción, del tipo que sea. Con o sin pintura ;)

Con respecto a la vestimenta, aunque es obvio que produce un impacto a primera vista, creo que lo importante es que uno no sienta que va disfrazado a trabajar para así "conectar" mejor con los clientes.
Creo que una cosa es si ves a gente una o dos veces y nada más. Entonces puede ser que cuele el que vayas con la indumentaria estudiada. Pero para trabajar con clientes que vienen con regularidad, creo que no funcionaría. En esta profesión, si no eres tú mismo, no cuelas. El "disfraz" (si lo sientes como tal) resta autenticidad. Y la gente no es tonta y con el tiempo siempre logran a través de él.

Cuanto más tiempo pasa y más tiempo paso por aquí, más me gusta tu blog, Quique, que lo sepas :)

Un beso

Meiga en Alaska dijo...

Bueno, yo sí que me he desviado... he cogido el camino abierto y hale... carretera y manta :)

Quique dijo...

Hola meiga,
estoy bastante de acuerdo contigo respecto al vestuario. Creo que este tema se merece algún post.
Por cierto, a ver si llegan nuevas noticias de Alaska, que estoy deseando leer nuevas historias de mi vecina.

Anónimo dijo...

¿Os imaginais encontrar el espacio de nuestras vidas?

Muaks mañaneros

PD: Quique, una vez más disfruto con tus posts. :)

Lara tiene alas

Anónimo dijo...

Buenos dias. Soy Educadora social y te puedo decir que trabajo en un despacho precioso, de color naranja con armario a juego, mesa y ordenador, es un espacio acogedor para trabajar y acoger a las personas que vienen al servicio. Trabajo en un ayuntamiento donde se trata a todos los departamentos por igual, sin marcar esa diferencia, todos son ciudadanos que acceden a la administración a que les resuelvan sus intereses (educación, impuestos, vivienda, servicios sociales, etc). Así es como se normaliza un servicio. Referente a la estética del profesional no creo que sea un tema específico de los profesionales de servicios sociales, faltaría más. Hasta pronto, tu linea de escritura me gusta no te dejes manipular. Saludos desde el norte.