martes, 16 de junio de 2009

CÓMO GANAR LA CHAMPIONS


Ester, una trabajadora social de Alaska, es muy ordenada. Cuando abres uno de sus expedientes aprecias la belleza y la armonía de las subcarpetas de colores. Los registros de entrevistas están al día, con letra clara. Como sus posits, piezas de museo. Eso sí, no le hables de reuniones para crear proyectos, que bastante tiene con lo suyo.
Pedro es un educador social muy creativo. Saca proyectos y recursos de las piedras. Le encanta reunirse con vecinos y asociaciones. Pero no anota nada, no apunta, no escribe, no registra. Odia el papeleo. Nunca está en el despacho. Lo colgarías del pino más alto cuando no te contesta ni un email.

Marta es una educadora muy hábil con la gente. Cariñosa cuando tiene que serlo, pero exigente. Es ordenada con los informes y le gusta trabajar en equipo. Perfecta, si no fuera porque sus entrevistas se eternizan y se amontona la gente en la sala de espera. Es la que siempre llega tarde a todos lados, bufando, despistada.

Laura es una excelente psicóloga. Disciplinada, ordenada. Se desvive por las personas. Es una excelente compañera en las distancias cortas. Pero cuando se calienta en grupo tiene un carácter difícil: suele mostrarse inflexible. No le gusta perder el tiempo. Cuando la gente empieza a teorizar en una reunión la ves mordiéndose las uñas como una posesa, impaciente.

Hay buenas y malas praxis, desde luego. En esta profesión, donde la bondad se presupone y parece que esté mal visto pedir cuentas, hay que decir muy claro que no todo vale. Existen profesionales que cometen barbaridades, otros son vagos, algunos van a su aire, sin dar explicaciones de nada y otros se creen la biblia en verso y con eso les basta. No, no todo vale. Con el tiempo me voy volviendo más intransigente con algunas cuestiones. Por ejemplo con los políticos que no se toman en serio a los servicios sociales, osea, que no se toman en serio a sus ciudadanos. En estas cosas no hay medias tintas. Hay que llamar al pan pan y al vino vino.

Dicho esto, hay tantos tipos de buenos profesionales como personas. Tras años de profesión (yo es que soy lento), comprendes que no hay una única forma de ser un buen educador social, como no la hay de ser un buen periodista, un futbolista o un albañil. Se tienen que dar unos mínimos, por supuesto, pero luego existe tanta variedad como fauna ibérica, queridos amigos de la ídem.

Los que he mencionado antes son excelentes profesionales con los que he coincidido en estos años (los nombres son inventados), con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Todos podemos mejorar en aquello en lo que flojeamos, pero dominamos unos aspectos más que otros porque somos personas diferentes. Así de sencillo. Yo mismo, que soy un negado para un montón de cosas. Sí, a base de formación y cabezonería he mejorado en algunas, pero uno aprende también a reconocer sus limitaciones, aunque los libros de autoayuda nos quieran casi perfectos. Son los genes, ya saben. Y el ambiente, claro.

El equipo de educadores y trabajadores sociales en el que participo ahora mismo es muy heterogéneo. Un hervidero de gente diferente hasta en la manera de vestir. No sólo por eso, pero un poco por eso mismo, es excelente. Un equipazo.
El quid de la cuestión está en cómo formar buenos equipos. Si en un grupo sólo hay pensadores, no se acaban las cosas ni a tiros. Si sólo hay gente de acción se acaban haciendo cosas sin sentido. Si todos son tranquilos, cada reunión es un muermo. Si todos nerviosos, una guerra.

Cómo formar buenos equipos, de personas con características personales diferentes, donde se potencien las cualidades personales y se compensen los desequilibrios, es una de las tareas más difíciles de este tinglado. Reconocer la valía de cada uno, y no sólo sus defectos, también.
Un buen líder tiene que tener la valentía de aceptar en su equipo a gente competente, que domine algún aspecto concreto, aunque le caiga como un tiro. Pero eso es muy difícil y exige mucho arrojo. Lo sencillo, cómodo (y, porque no decirlo, humano) es rodearse de afines.

Nadie dijo que los líderes no puedan tener su propio talón de Aquiles.
Foto:Annie Leibovitz

8 comentarios:

CRISTINA dijo...

Pues tienes toda la razón. Estoy de acuerdo contigo.
Es fundamental un equipo variado de gente para trabajar porque ahí está el equilibrio. Eso sí, hay mínimos que deben ser comunes.
Cuando se consigue eso, es genial.
Y lo digo yo, que, básicamente y como buena individualista que soy, odio el trabajo en equipo.

Saludos.

una educadora dijo...

Un equipo es como un puzzle, cada uno es una pieza, y cada pieza es imprescindible para formar el puzzle, que diga! el equipo.

Cada pieza tendrá un color, una forma, un tamaño, un olor,... y es justamente la unión de toda esa variedad la que da lugar a formar un buen puzzle, un buen equipo.

Los puzzles más costosos, son aquellos que tiene muchas piezas y muy distintas, pero que al estar terminados son los más llamativos, los más grandes.

:)

Abril dijo...

Estoy precisamente en estos momentos inmersa en uno de esos equipos en los que el "equipo directivo" compuesto por coordinación y "cap", busca el protagonisto total y absoluto rodeándose de gente que ni por casualidad pueda hacerles sombra y menospreciando y obviando las capacidades de los profesionales del equipo...Es duro, muy duro, porque evidentemente eso repercute, aunque te esfuerces en que eso no sea así, de forma absoluta en las personas a las que va dirigida nuestra intervención (no me gusta llamarlas usuarias). Un esfuerzo añadido a los habituales.
He vivido momentazos increibles con un equipo como el que describes y un equipo directivo francamente bueno que sabía valorar y sacar partido de la suma de capacidades e incluso de los límites de los profesionales con los que contaba.
Esperemos que dure poco este "trance" y los trepas sigan trepando, encuentren algo más alto y se larguen...o en caso contrario seamos algunos de nosotros los que, aunque nos fascine el trabajo que tenemos, nos retiremos a tiempo, antes de ser pasto de la frustración, desmotivación o indiferencia...

Saludos!!

Asier dijo...

" No podemos vivir de sentimentalismos (individualidades). Por encima de las personas está el equipo ". Lo decía Valero Ribera, quien ganó 6 Champions de Balonmano.

Yo abogó (como el señor del artículo) por las personas (profesionales), que gustan de trabajar en equipo (cuando corresponde).

Un saludo y hasta pronto.

BLQ dijo...

pues la definición que has dado del equipo ideal es un buen ejemplo de funcionamiento del sistema anarquista (o comunista libertario como prefiero llamarlo)

;-)


venga saludos

Anónimo dijo...

El trabajo en equipo es esencial te permite echarle la culpa a otro.

Todo equipo estan débil como su eslabón más débil.

educadoraenapuros dijo...

Hola hace mucho tiempo que voy leyendo tus entradas y nunca había tenido el valor de escribir nada. Me encanta este blog, y me da fuerzas para seguir creyendo en la Educación Social. A mi me pasa más o menos como a Abril, estoy inmersa en un grupo que solo es grupos cuando se les nombra. Creo que no todo el mundo puede ser coordinador y menos en nuestro ámbito!
Saludos

pere dijo...

Hola, yo también creo en el equipo, y mucho. Este año me ha servido de mucho la dinámica de Guardiola en el Barça. Los más jóvenes han entendido qué es trabajo (continuado, esforzado, sin prisa por recoger los frutos, sin subirse a la cabeza...) y qué es trabajo en equipo. Al margen de cual sea vuestro equipo favorito, ha sido una experiencia interesante. Os animo a probarla.