jueves, 13 de enero de 2011

2.0. El wikileaks de los padres de adolescentes.

Alaska, 13 de enero de 2011,
Una señora, llamémosle Elena, se quejaba en mi despacho de su hija adolescente. Su queja reflejaba hasta que punto las redes sociales están cambiando la percepción de ese conflicto.
Hace muy poquito, antes de internet, la queja era lo poco que sabían de sus hijos. Llegaba una edad, en torno a los trece o catorce años, en que sus niños dejaban de contarles cosas y los padres empezaban a temer a lo desconocido. ¡Falta  comunicación!, bramaban los pedagogos de entonces, ¡escuche a su hijo!  decíamos al unísono para intentar retrasar lo inevitable. Para los hijos, coincidiendo con el acné y las hormonas,  los padres habían dejado de ser la referencia a imitar. Para los padres se imponía la investigación privada casera que mitigara la falta de información:  ¿su hijo tiene un diario? ¿le ha visto los ojos cuando viene de marcha?, ¿tiene las pupilas dilatadas?.
Pero la señora  Elena no se queja  de falta de información. Al contrario, ¡lo sabe todo!. Eso es lo que le preocupa. Antes sin información, y ahora con tanta, una cosa  no ha cambiado: detrás de un adolescente hay un padre preocupado.
Su hija ya no es la adolescente que Elena fue, en una época en que la privacidad aún tenía cierto caché. Han llovido grandes hermanos y ha llegado la tecnología y las redes sociales. Un paraíso para la adolescencia, lugar de la vida donde la popularidad es algo muy serio. Cuelgan las fotos de sus juergas, fotografían sin parar cada minuto, chatean, se graban en vídeos que cuelgan en la red. Poca broma, les va la vida en ello.
  
Saben que los padres pueden verlos y leerlos pero no parece importarles mucho.  Han descubierto que el panóptico después de todo no era tan terrible. Los padres, por su parte, no están preocupados por facebook o tuenti, como suele decirse, están preocupados por lo que facebook y tuenti les dejará ver a poco que se asomen. Saberlo todo les sirve para comprobar que en realidad seguirán sin saber casi nada de ellos. Pueden abrir por fin la puerta de los secretos y descubrir  lo que ya temían: que sus hijos empiezan a ser más hijos de su tiempo que de sus padres.
Para los educadores también son tiempos interesantes. La calle, las plazas, las discotecas, todos aquellos territorios por donde andaban los adolescentes, tan opacos y difíciles siempre para un adulto, caben hoy en un smartphone.
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GIRA 2009-2011

3 comentarios:

lucce dijo...

Buenísimo retrato sociológico y de obligada lectura para muchos Educadores u otro tipo de profesionales que aún no se dan cuenta de lo que tienen delante de sus narices...

Grande!!

Anónimo dijo...

¡¡Genial!

Elena

Quique dijo...

Hola Lucce y Elena!
tema apasionante sin duda.
Un abrazo