sábado, 14 de mayo de 2011

CINCO PREGUNTAS SOBRE EDUCACIÓN, TECNOLOGÍA Y CULTURA

Estas son algunas de las cosas que intenté explicar, representando al CEESC, en la Sesión sobre Educación Expandida organizada por el CCCB, el 12 de mayo de 2011. Son 5 interrogantes con los que, más que repuestas o certezas, intento aportar elementos para el debate.
(Tweets de la sesión y álbum fotográfico aquí.)


1. Con todos los cambios tecnológicos ¿cómo está cambiando el usuario de nuestros servicios? ¿Cómo está cambiando, en definitiva, el ciudadano?

No parece que conceptos como la privacidad, el pudor o la confidencialidad tengan el mismo sentido ahora que hace unos años. No sé si Orwell hubiera imaginado nunca que el "Gran Hermano" de  1984  no acabaría siendo una especie de estado superpoderoso, sino que el gran hermano seriamos un poco todos, con nuestros iphone grabando todo lo que pasa a nuestro alrededor. Contentos de que nos graben.
No nos gusta el anonimato. Vivimos en un momento en que no está tan clara la frontera entre lo público y lo privado.
Unas personas que participamos y nos comunicamos en un mundo virtual que es ya, también, la vida real. Con nuestras identidades digitales, nuestras posibilidades de invención de uno mismo. Posibilidades, también, de distanciarnos de nuestros problemas cotidianos. Con un círculo social que es más amplio que nunca, que rompe fronteras físicas.
Unas personas que somos, con nuestros facebooks, twitters y blogs cada vez más activas, más cuestionadoras de los profesionales y de las instituciones. Más participativas de nuestros propios procesos.


2. ¿Cómo nos adaptamos los educadores a estos cambios?

Si lo hacemos desde el miedo a la tecnología solo actuaremos desde el control y no desde las posibilidades que nos ofrece.
Hace unos años, en mis entrevistas con familias, los padres se quejaban de que sabían poco de sus hijos adolescentes y  de lo poco que sus hijos hablaban con ellos. En la actualidad he tenido algunas entrevistas donde la preocupación ha cambiado radicalmente. Los hijos inundan el facebook de fotos de sus juergas y de comentarios con sus amigos en el muro. Y lo que es más sorprendente, muchos de ellos dejan ver todo eso a sus padres. Los padres se sienten desconcertados. No solo por el miedo que les produce ver lo que ven, sino, probablemente, porque se dan cuenta que su hijo adolescente comienza a ser un perfecto desconocido para ellos.
Nosotros, los educadores, también tenemos un cierto nerviosismo. Tenemos ganas de tirarnos a la piscina, pero estamos indecisos. Al fin y al cabo estamos hablando de herramientas de comunicación rabiosamente libres (muchas de las cuales no fueron creadas para un uso educativo). Y la educación nos habla de normas y límites. Quizás nuestra actuación estará en un término medio. Como la Wikipedia, que alguien definió como "tecnológicamente anarquista pero epistemológicamente conservadora".
¿Qué hacer? Nosotros, que siempre tenemos en la boca conceptos como integración, participación, socialización, cambio, etc. no podemos obviar más el momento digital que nos envuelve, porque la web 2.0 o como le queramos llamar, también socializa. Quizás, como apunta Dolors Reig, nuestro papel pasa por hacer de guia en esta construcción del ciudadano. Pero en el sentido de la metáfora de la guia de viaje, que uno puede decidir no utilizar, pero que sabe que si no la utiliza en absoluto puede perderse cosas interesantes.
Quizás podemos acompañar a la persona, sin fiscalizar, en temas como su reputación online y su identidad digital, la creación de entornos personales de aprendizaje, la participación en comunidades virtuales, etc. Poniendo el acento en las competencias, habilidades, actitudes y lenguajes que se requieren.
En definitiva, la cuestión va a ser cómo podemos conseguir que la tecnología juegue a favor del ciudadano.
Y para utilizar dos conceptos que han hecho fortuna en nuestro ámbito y que se han convertido casi en unos memes de lo social: Cómo hacer que el uso de la tecnología sea un factor de resiliencia y empoderamiento.


3. La relación entre cultura, educación y la tecnología.

Siempre he pensado que los agentes sociales y culturales de una ciudad (el técnico de juventud, el gestor cultural, el educador social, el maestro, las entidades culturales, etc.) han de intentar trabajar juntos, porque los proyectos que resultan son mucho más potentes. Creo que ahora, con las nuevas tecnologías, esto es más fácil que nunca. Depende de nosotros.
Sé que hay educadores que utilizan expresiones artísticas (como la pintura o la música) en sus proyectos, y lo hacen junto con otros agentes educativos de la ciudad. También sé de lugares donde los departamentos de servicios sociales, educación, cultura, etc. son departamentos estancos y no hay manera - ni espacios- donde entenderse ni comunicarse. Ni entre ellos ni con la llamada sociedad civil.
Yo he tenido la suerte de participar en proyectos de teatro y educación social, con la implicación de profesionales de diferentes ámbitos, con muy buenos resultados. Por ejemplo, he podido trabajar con jóvenes que han delinquido y que, estando en un centro cerrado, son capaces de implicarse en una obra de teatro y disfrutar encarnando a personajes ficticios que están muy lejos de sus comportamientos estereotipados. O cuando he participado en proyectos de teatro social en los que han intervenido personas  muy etiquetadas o sin voz en el municipio.
Creo que, por ejemplo, cuando hablamos de aquellos alumnos que comienzan a quedar excluidos del sistema educativo (los futuros fracasos escolares), hemos de pensar, además del abordaje individual y familiar, en propuestas culturales y artísticas que, con la ayuda de la tecnología, les posibiliten otro lugar más valorado dentro de su escuela o instituto.


4. ¿Pero, entonces, hemos de olvidar lo presencial, la piel?

Casi siempre que hablo de las TIC con algunos colegas me dicen que si, que esto de lo virtual y lo online está muy bien, pero que no hay que olvidar lo presencial. Creo que esto, ahora mismo, comienza a ser una dicotomía falsa. Parece más bien que lo virtual está potenciando lo presencial. Yo mismo he podido participar en propuestas online y después he podido poner cara a unas personas que quizás no hubiera conocido de otra forma.
Pero lo virtual es muy atractivo. Hace poco leí en El País que en el futuro (el futuro está cada vez más cerca) utilizaremos un avatar profesional que se comunicará con el ciudadano. La realidad aumentada es ya, valga la redundancia, una realidad. Etcétera. Parece que es cierto que cada vez estaremos más tiempo inmersos en un mundo virtual. También hay teorías que dicen que, precisamente como contraposición a todo ese mundo virtual, el ser humano necesitará cada vez más "momentos presenciales" de contacto físico. Nadie lo sabe.
 No sé si sirve, pero está, por ejemplo, la experiencia teatral. Que en un mundo con tanta sofisticación tecnológica la gente tenga todavía la necesidad de encerrarse en un espacio teatral como la sala Almazen, en Barcelona, donde hemos hecho nuestras últimas representaciones -una sala preciosa, ideal para el teatro, pero pequeña, oscura, una especie de cuadrilátero ancestral- para escuchar hablar a un tío rodeado de cuatro cachivaches, no dejará  de sorprenderme.
Parece que no hay que preocuparse demasiado.


5. ¿Eso quiere decir que la tecnología, las redes sociales son maravillosas?

Hace poco, a un comentario en facebook sobre como influía la sociedad digital en la educación social, una amiga mía escribía una frase de un tal Boris Riback que decía: "Jamás hubo semejante posibilidad de conocimiento y semejante probabilidad de oscurantismo". Yo no estoy de acuerdo con este tipo de comentarios apocalípticos. Más bien todo lo contrario. Pero eso no quiere decir que no se deba ser crítico con todo lo que está pasando.
La tecnología avanza rápida e inexorable. Es inocente. En todo caso, cuando a la tecnología la carga el diablo es el diablo el culpable, no la tecnología. Por ese motivo se puede ser crítico con sus usos.
Twitter es una herramienta muy potente para compartir conocimientos o para ayudar a una revolución popular, pero también es un lugar donde la gente fusila al vecino con sus tweets (ya se empieza a hablar de twitterbulling), o se intenta difundir cualquier teoría de la conspiración y convertirla en trending topic. Del poder de la web social para crear conocimiento,  arte, compartir información, ser crítico con el poder, etc. a una especie de dictadura del pueblo  donde se lincha al que no es políticamente correcto hay un paso y hemos de estar atentos.
Abrazar acríticamente las redes sociales es absurdo. Tanto como negarlas. Criticarlas cuando la crítica es argumentada no es ir contra ellas, y eso hemos de entenderlo los tic-adictos.

La cultura, la educación en general y la educación social en particular, están en el momento más dulce de su historia gracias a la tecnología. Tanto por separado como para, sobre todo,  el diálogo entre ellas. Al contrario de todo lo que he escrito más arriba, sobre eso tengo pocas dudas.

Barcelona, 12 de mayo de 2011
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21 de mayo Madrid (CC F.L. Carreter)
3 de junio Barcelona (Sala Almazen)

4 comentarios:

lucce dijo...

Guau!! Bravo. Amén a todo. :O

Anónimo dijo...

Genial! Me ha gustado como juntas los tres "ámbitos"

O.P.
Gestor cultural

Anónimo dijo...

Mientras esperamos volver a ver al educador de las tierras frías (ya van dos, en Bilbao y en Barcelona), ¿podrías adelantarnos donde degustar exáctamente esa deliciosa tarta en tierras orensanas?... seguro que este verano podremos darle su merecido homenaje. Enhorabuena por el éxito continuado de vuestra obra!!! att. monica

Quique dijo...

Gracias Luce y O.P.
Hola Monica, pues no recuerdo el nombre, era en el restaurante de un pequeño hotel , en el casco viejo. A ver si se lo puedo preguntar a mis amigas gallegas