jueves, 27 de febrero de 2014

23 F (de facebook)




Alaska, 27 de febrero de 2014,

23 de febrero de 1981. Yo tenía 16 años y estaba en el Instituto de Ciudad Badia (ahora Badia del Vallès) ensayando una obra con  los de segundo de BUP. Recibí un whatsapp. Jesús Machuca, mi gran amigo del insti, me mandaba un escueto y enigmático: tronko, han asaltao el congreso. No recuerdo qué le contesté. Sí que recuerdo que paramos los ensayos de Doña Rosita la soltera, de García Lorca, porque sonaban los móviles y los watshapp quemaban. El profe de teatro , que también era profe de naturales, empezó a insultarnos, como hacía siempre que se mosqueaba: ¡Cenutrios! ¡Paralíticos! ¿No les he dicho que apaguen los móviles?. Profe, -dijo la Loles, la tía buena de segundo- ¡que un segurata ha asaltao el Congreso!.  
Después de unos minutos de desconcierto, supimos que no se trataba de un segurata. Era un teniente coronel de la Guardia Civil, un Tejero, con otros guardia civiles. Pasamos de la estupefacción al paroxismo, o sea, flipábamos pepinillos, en lenguaje de la época. Twitteábamos como locos. ¿Cuál es el hashtag?, dijo uno, mientras la mayoría no parábamos de teclear cosas como:  ¡vaya movida! ¡que chungo! ¡me las piro!. A esa hora todavía no estaba clara la etiqueta ganadora en twitter. La gente estaba entre #movidacongreso,  #pirulatejero, o  #quietotormundo. Pero fue la muy escueta y pro #23F la que consiguió ser trending topic aquella noche.

Facebook, y su nomegusta, ardía. Aunque Pedro Francisco Martín , operador de Televisión Española, había conseguido grabar más de media hora, incluido el momento en que los asaltantes ocupaban el Hemiciclo, las mejores instantáneas estaban ya  en Instagram. Meses después se especuló con que las mejores fotos las había hecho, con su Iphone, uno de los asaltantes, un tal Paco, un guardia civil joven, hasta que lo pilló Tejero y le dio un par de hostias. Pero esas cosas, como lo del Elefante blanco, nunca se sabrán del todo.

Cuando al filo de la media noche, Milans del Bosch escribió en su blog que sacaría 1.800 hombres y 40 tanques en Valencia, los comentarios en las redes empezaron a menguar. Hubo gente que compartió y retuiteó el post de Milans. En aquella época éramos un poco descerebrados y  se compartía y se retuiteaba todo sin criterio y sin ton ni son. 
Aquello iba en serio. Había miedo. Empezaban a hacerse fuertes los que escribían barbaridades con el hashtag #zonanacional . Todo se volvió muy confuso. Yo, aunque seguramente la memoria me traicione, lo viví como si fuera una película, algo que no puede estar pasando, o que solo, tristemente, podía pasar aquí. Vivir el golpe a través del móvil le daba a todo un aire de irrealidad. 

Se oían comentarios de que la gente empezaba a intentar contactar con los servidores de Twitter, Facebook, Linkedin, etc. para intentar borrar una identidad digital que los definía moderados o rojos directamente.  Intentos vanos, porque aunque la Comunidad Económica Europea rechazó el golpe (no todos los países con la misma contundencia, todo hay que decirlo), los EEUU decían que esto era cosa nuestra. Una vergonzosa neutralidad que mantuvieron también los sitios web en aras de la libertad de expresión. Eso decían. Claro, como éramos un país atrasao, y ellos tan modernos y tan globales. Desde entonces amo la injerencia extranjera. 
Mi amigo Giraldo, de COU, intentó subir un  Paremos el golpe, en Change.org, pero el servidor estaba caído.Algunos, los más valientes, aunque eso lo supe más tarde, se atrevieron a desafiar a los golpistas y salieron a la calle para defender la democracia. Pero no apareció la mayoría de valientes anónimos que gritaban indignados por las redes. En el 23F aprendimos que las revoluciones no se hacen en twitter. 

A la una y catorce de la madrugada, el Rey habló por Skype. Pudo verse en toda España, por streaming, como condenaba el golpe. Él mismo, y cuando pensaba que la webcam estaba apagada, se hizo aquella famosa foto suya con el móvil, sacando morritos, con la bandera española al fondo. Un  gesto que después causó furor en plena movida madrileña. 

El 24 por la tarde, el vídeo en  youtube de la intervención del Rey  lo habían visto ya cerca de dos millones de españoles.  La cabecera de Google del 26 de febrero aludía a la victoria de la democracia en España (se dijo que los de google esperaron unos días por si acaso y que tenían dos cabeceras preparadas, según a quien tuvieran que felicitar)  y Line, mucho más avispado que whatsapp, sacó el 28 sus  famosos emotricornios, un triunfo sin paliativos sobre su competidor, que te podías bajar por un céntimo (de las antiguas pesetas). 

Días más tarde, estrenamos en el insti  Doña Rosita (http://www.doñarosita.com). Aunque la Loles se olvidó su abanico en una de las escenas más importantes, fue todo un éxito.

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PD: EL lunes les cuento el 23 F (parte dos) : porqué creo que Jordi Évole se equivocó con su programa sobre el 23 F y qué tiene que ver eso con las redes sociales.

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#teatro: En marzo sesión doble de Factoría Los Sánchez: El 7 de marzo vuelve Educador social en Alaska (remasterizado) y el 23 de marzo, El año del cerdo. Todo en sala Almazen, amigos.  




2 comentarios:

Rosa Chover dijo...

bravo y bravo y bravo, no cabe más, te has superao colega

Asier dijo...

Ese Tejero, hizo años más tarde de portero de vecindario en una serie online, verdad ?

Que fugaz es la vida .... pasa en 20 megas y ni te das cuenta.

Fdo. Emoticono guiñando el ojo y sacando la lengua