jueves, 7 de enero de 2016

5 REFLEXIONES SOBRE EL EDUCADOR SOCIAL EN LA ESCUELA



Alaska, 7 de enero de 2016

La Fundació Jaume Bofill propone un debate el 3 de febrero sobre el rol que debería tener un educador social en las escuelas (podrá seguirse por streaming y por twitter con el hasthag #aulabofill).
Hay artículos muy buenos que tratan el tema con exhaustividad, por ejemplo el de Sarai Menacho o el de Miquel Castillo, que pueden leerse en eduso.net. Así que este post son solo unas cuantas aportaciones al debate, basadas en mi experiencia en Cataluña.

Antes de empezar, una premisa: el educador social ya está en la escuela. Los educadores de servicios sociales, yo mismo, llevamos mucho tiempo trabajando. Lo hacemos entrevistando a madres y padres, planteando proyectos dentro de las aulas, asesorando a profesores. Hacemos lo que podemos con el tiempo que nos deja el trabajo en atención primaria. Muchos de nosotros conocemos bien la institución escolar. Es cierto que no estamos dentro de su organigrama, lo cual es un handicap y una suerte. Dificulta alguna toma de decisiones, pero nos permite trabajar con libertad, sin la presión institucional. En este sentido, he visto a educadores dentro, ahora sí, de la escuela, con un papel totalmente subsidiario, una especie de auxiliar que intenta apagar fuegos, sin ningún peso ni poder de decisión en el centro. Ello es (como diría Pániker) una invitación a que los que negocien la entrada del educador en las escuelas no lo hagan a cualquier precio.

¡Agua va!

1. El educador social podría ser una pieza clave en el diseño de planes, proyectos, programas, en fin, llámesele cómo quiera, destinadas a que ningún niño del centro (sí, he dicho ninguno, en esto hay que ser ambicioso) fracase. En ese sentido, puede aportar todo su conocimiento en trabajo preventivo, familiar, comunitario, en red, en situaciones de conflicto, de desventaja social, de educación en la diversidad, etc. Es decir, debería de tener un rol organizativo y planificador, además de ejecutivo.

2. Un educador en una escuela debería ser alguien de intervención directa, no un mero "derivador" a otros servicios. Es decir, alguien que entreviste a niños y sus familias y averigüe qué está pasando y cómo puede trabajarse lo que está pasando desde la escuela y fuera de ella. Y que, obviamente en coordinación con los profesionales que haga falta, sea el que rompa la poca permeabilidad entre instituciones. Para un educador social en la escuela, por definición, no deberían existir las fronteras institucionales, ese "esto es social, o académico, o mental" que tanto entorpece el trabajo. Una cosa es la especialización profesional y otra las barreras institucionales. Si hay un profesional que puede tener  una mirada global sobre el niño es el educador social. Conclusión: un profesional de la escuela que pueda trabajar también fuera de ella. En este sentido, me parece de especial relevancia la experiencia del proyecto Casas d'Infants. Su manera quizás poco ortodoxa, pero muy efectiva, de trabajar con la infancia en riesgo social es una de las más innovadoras del panorama educativo en estos momentos. 

3. Llevo siglos (uno es mayor) oyendo la necesidad de que la comunidad se implique en la escuela. Salvo excepciones (experiencias como el banco común de conocimiento o las escuelas expandidas), la escuela y la comunidad continúan igual de impermeables. Me parece que un educador social es un profesional preparado para crear puentes entre la comunidad y la escuela. Implicar a la comunidad también es implicar a las familias y el educador social es un experto en el trabajo con ellas. Pienso en todas las familias, no solo en las familias de los niños con más problemas o desventajas sociales. Obviamente, estas podrían tener una atención más específica, pero ya estoy viendo un trabajo común (hablo de trabajo común, más que de coordinación, porque en determinados casos de alta dificultad los profesionales tenemos que superar la coordinación y trabajar juntos) entre el educador social de la escuela y el de otros profesionales y agentes sociales para volver a crear puentes, quizás inexistentes o rotos, entre familia y escuela. 

4. Un educador social es un profesional con experiencia en la intervención en el conflicto. Creo que además de trabajar directamente en la gestión o resolución de conflictos que se den en la escuela, puede asesorar a profesores, alumnos y familias en este aspecto, además de implementar programas de mediación. También es un profesional capacitado para detectar y prevenir situaciones de vulnerabilidad de los alumnos y puede asesorar y trabajar junto con los profesores en este terreno. 

5. El educador social también puede introducir y facilitar en la escuela elementos para trabajar los espacios sociales entre clases. Potenciar la escuela, toda la escuela, como espacio socioeducativo, donde  socio no es solo un apéndice. Potenciar espacios informales dentro del espacio formal que es la escuela que ofrezcan formas novedosas de tratar la diversidad. El educador no tiene que dominar contenidos académicos, tarea del profesor, pero sí que puede aportar sus conocimientos (que se me antojan transversales) sobre  la importancia del contexto social y emocional en el desarrollo del niño, y también aspectos más novedosos (ya no tanto) como la identidad digital, la importancia del buen uso de la tecnología, etc. 

Ya había comentado al principio que son solo unas cuantas ideas para el debate. Eso sí, cualquiera que me haya leído atentamente habrá adivinado que en el perfil que yo propongo no cualquier educador social puede serlo de una escuela. De la misma forma que en las escuelas finlandesas el profesor es una figura de prestigio y son seleccionados los mejores, yo propongo un educador de élite. Creo que para ser educador social de una escuela se debería de tener una gran experiencia, como mínimo, en el trabajo con familias, en contextos conflictivos, en trabajo en red, etc. También propongo que además de las funciones que vengan determinadas "desde arriba", el perfil del profesional, aquello en lo que es experto y en lo que es mejor, acabe también definiendo, en la práctica, sus funciones en una escuela concreta. Una forma de introducir la calidad y la innovación en una institución con estructuras demasiado burocráticas y rigidas. 

Y de la misma forma que tiene que serlo el profesor, el educador social debería ser una figura de prestigio tanto fuera como, lo más complicado, dentro de la escuela.
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EDUCADOR SOCIAL EN ALASKA y CABARET CORTÁZAR vuelven en 2016. Viernes 8 y sábado 9 en Almazen. Reserva de entradas para el Alaska aquí, y para el Cortázar aquí. 






4 comentarios:

María Fernanda dijo...

¡No podría estar más de acuerdo contigo!

Aquí un extracto de mi artículo "El educador social como agente de cambio desde la educación primaria": "Por qué no aprovechar la plataforma de actuación que supone la escuela para llevar a cabo este tipo de iniciativas preventivas, desde la óptica de la educación social y con un enfoque preventivo, y no focalizándose sólo en aquellos centros en los que hay graves problemas de convivencia, absentismo o conflictividad, sino trabajando en estrecha colaboración con toda la comunidad educativa y especialmente con las familias."

Artículo completo aquí: https://mariafernandaarana.wordpress.com/2014/04/29/el-educador-social-como-agente-de-cambio-desde-la-educacion-primaria/

Quique dijo...

Gracias por el comentario Maria. Totalmente de acuerdo con lo que expones en tu blog.

Saludos.

Sera

dmm dijo...

Y ¿ en que regiones hay un educador en la escuela ?

Quique dijo...

Pues no lo sé exactamente Dácil. Sé que en Cataluña hay institutos o escuelas que tienen un educador. Pero son experiencias particulares.