El psicoanálisis. Pasó el sábado, en el restaurante 360 grados, de Barcelona. Veníamos de una reunión agotadora, cansados y con hambre. Más o menos coincidiendo con la llegada del primer plato, unos huevos estrellados con una pinta excelente, comentamos la película “Un método peligroso”, sobre la relación de Freud y Jung. Muy buena, por cierto. Creo que en ese punto arranca la discusión sobre el psicoanálisis.
Comienzo diciendo que el psicoanálisis es la historia de un fracaso. Ellos, P y J, a los que luego se añadirá CH, dicen que soy extremista y exagerado. Yo avanzo con toda mi caballería, en mi salsa, mientras los huevos estrellados se van enfriando: el complejo de Edipo, la interpretación de los sueños, el complejo de Electra ¿quién sostiene en la actualidad, salvo los psicoanalistas y lacanianos más recalcitrantes, esa sarta de tonterías?.
Mientras, CH J y P me dicen que no me quede solo con eso. ¿Sólo con eso? ¿Solo con eso? ¡Pero si son los pilares del psicoanálisis!, digo yo, exaltado y exultante. Los psicoanalistas son tan astutos que renuncian a lo fundamental de su doctrina (lo que equivale a reconocer su derrota) pero no a la marca. Por lo visto, pese a todo, el psicoanálisis todavía tiene caché. Sobre todo no renuncian a una de sus características, lo poco que queda de hecho del psicoanálisis en sus terapias: ellos no curan ni resuelven nada, pero sus análisis pueden durar toda la vida. A precio de oro, eso sí, que en su jerga ininteligible ellos llamarán, para no ensuciarse: el Otro.
Empiezo a hincarle el diente a los huevos, aunque me conozco y de lo excitado que estoy (no siempre puede uno discutir de estas cosas con amigos a las cuatro de la tarde) estoy deseando pegarle otra arremetida al tema.
Sobre las tres y media J nombra a Lacan. Porque el psicoanálisis no es solo Freud, dice. ¿Lacan? ¿Lacan me dices? ¿El de la Fórmula del Fantasma? ¿El del Sujeto Barrado? ¿El de la Envidia de Pene? (si, han leído bien, envidia de pene. Si hombre, esa que tienen todas las mujeres). ¿Lacan el incomprensible?, ¿El mismo que utiliza términos científicos de los que no tiene ni idea como destaparon Sokal y Bricmont en su estupendo ensayo Imposturas Intelectuales? ¿Lacan, dices? Hombre, hombre.
El psicoanálisis es la historia de un fracaso. Un modelo que aspiraba a explicar todas las enfermedades mentales (en realidad aspiraba a explicar TODO), basado en el manual de un inspirado escritor de fábulas (basta leer a M. Onfray y su irregular pero clarificador, El crepúsculo de un ídolo, o a Janet Malcolm y su excelente reportaje, En los archivos de Freud, para darse cuenta de lo endeble del edificio freudiano), un modelo que aspiraba a hacer ciencia sin el peaje del rigor exigible, un modelo, digo, relegado ahora a psicología de salón, después de reinventarse tanto que ni él mismo se reconoce.
El psicoanálisis ha matado al padre pero finge no estar desnudo.
Aunque siguen existiendo los psicoanalistas radicales (algunos siguen explicando el autismo por la relación entre la madre y su hijo y cosas así). por fortuna la mayoría de los que dicen llamarse psicoanalistas en realidad son como los comunistas europeos que solo conservan, por fortuna, el nombre. El nombre y un hablar raro, lo suficientemente raro para que solo se entiendan ellos mismos, si es que se entienden.
Al final, cuando ya me retiran el plato convencidos de que no acabaré con los huevos, P comenta que el psicoanalista tiene que pasar por duras pruebas, de experiencia y de formación, para llegar a serlo. Yo le despacho rápidamente con un chulesco: ¿y?. Añadiendo que también hay tarotistas o astrólogos que se esfuerzan mucho. Vale, me he pasado, no me extraña que haya gente que me tenga manía. Es que me caliento. Es que el psicoanálisis es como Apple: domina toda la experiencia del usuario. Los psicoanalistas se inventan una teoría y se encargan ellos mismos de decir qué formación es la adecuada para formar a otros psicoanalistas. Formación que impartirán solo ellos, por supuesto. Fueron también listos al inventarse un modelo donde el terapeuta apenas interviene, un modelo descansado, digamos, aunque no llevaron su osadía al extremo de quitarle al cliente su diván. Ahí estuvieron bien.
También se cuidaron de blindarse a las críticas: Cuando alguien les tose o les discute, cuando alguien osa decirles que ni una sola, ni una, de sus teorías se ha podido demostrar, dicen que es que tienes resistencias, o miedos, o que no les entiendes. Es lo que tienen las teorías autoreferenciales.
J, cuando me traen el segundo plato, un lomo ibérico al punto con salsa de pimienta, dice que el psicoanálisis es ciencia. Yo creo que lo hace para joderme, para que se me vuelva a enfriar el plato, porque sabe que me voy a tirar a la yugular. Eso es, precisamente, lo peor del psicoanálisis, su pretensión de científica. Total, que acabamos hablando, como si de una segunda parte se tratara, de la ciencia. Yo a favor, claro.
Una segunda parte un punto más acalorada que la primera. Por el tema, que me pone, y porque el excelente vino blanco, frío y afrutado, del que no recuerdo el nombre, empieza a hacer su efecto.
Continuará....
Pintura: Jobs and Freud, de A. Kurban
2 comentarios:
Interesante comida que a través de la palabra generó un acalorado pero constructivo debate. Sera a planteado su lectura del mismo, yo que en la conversación era la J aporto una nueva mirada de alguien que ha planteado nuevos argumentos de trabajo a traves del psicoanálisis:
¿Por qué nuestra época se resiste a Freud?
LA VANGUARDIA, Cultura / Domingo, 27 de noviembre de 2011
José R. Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista
"La pasión de algunos intelectuales y profesores universitarios por “enterrar” a Freud no deja de ser un síntoma del malestar en la cultura. Dosieres temáticos en magazines de amplia difusión o panfletos, disfrazados de ensayos rigurosos, perseveran en hacernos olvidar el legado freudiano. Vana ilusión para la obra de alguien que nos recordó que lo reprimido, eso que no se quiere saber, retorna siempre por mucho empeño que pongamos en ocultarlo.
¿Qué resulta incomodo para el pensamiento actual de la obra de Freud? Por un lado su idea de la subjetividad como algo irrenunciable del ser humano. Para Freud el ser hablante no es dueño absoluto de sus actos ni de sus pensamientos. La dimensión del inconsciente es innegable y palpable en nuestra psicopatología cotidiana (lapsus, olvidos, síntomas).
Esa “otra escena” de nuestro psiquismo nos inquieta porque nos dificulta saber lo que somos, razón por la que algunas personas consultan cuando eso se les vuelve angustiante. Frente a esa incertidumbre, el cientificismo en boga apunta a la extinción de lo subjetivo en nombre de una programación genética o neuronal que dejaría al hombre a merced de su cerebro, único creador de nuestras vidas. Freud piensa al sujeto como responsable de sus dichos y de sus actos y su herencia genética no le exime de las decisiones que toma, no lo hace irresponsable.
La segunda razón del rechazo es su descubrimiento, en el contexto dramático de la primera guerra mundial, de algo que desdice la aspiración a la felicidad. Lo llamó pulsión de muerte y fue la constatación de que el sujeto no siempre quiere su propio bien y que, más allá de sus buenas intenciones, persigue su destrucción de múltiples maneras: guerras, accidentes de tráfico, destrucción del planeta. Hoy esa pulsión sigue la vía privilegiada del empuje a repetir conductas que dan forma a esa sociedad, cada vez más adictiva, en la que vivimos."
Nuevos elementos para seguir pensando y construyendo no desde la mentira sinó desde otras miradas.
Saludos
Joan Muntané
Hola Joan, gracias por el comentario. Una comida muy interesante, efectivamente.
Es curioso porque conocía el texto de J.R Ubieto y mi post, antes de la comida, iba a ir precisamente sobre su artículo.
Creo que el artículo en cuestión tiene bastante que ver con los, para mí, problemas del psicoanálisis descritos en el post.
También en su comentarió sobre la ciencia creo que está muy equivocado, pero eso es tema del siguiente post, jejej.
Un abrazo.
PD.: y sí, puede haber diferentes miradas, pero creo que hay miradas mejores, o más verdaderas que otras.
Publicar un comentario