Aquí va la segunda parte que os prometí, donde
Frances E. Jensen responde a padres preocupados por sus hijos adolescentes.
Pero antes, permitidme una premisa.
Siempre que escribo sobre neurociencia, genética, psicología evolutiva o ciencia en general, muchos educadores, en distintos foros, me recuerdan que la
genética no lo es todo, que no estamos totalmente determinados, etc. Es curioso que me lo
recuerden, porque la mayoría de los científicos que he leído o con los que he
hablado coinciden en eso. Hay bastante consenso científico en considerar que la
importancia de los genes, de la
herencia, de lo innato es muy semejante al peso del medio ambiente y
la influencia de la educación en el desarrollo de la persona. Es curioso, digo,
tanta insistencia en la cuestión, cuando el problema es más bien al revés. Solemos ser nosotros, salvo excepciones, los que tratamos lo innato como si fuese minucia,
como si el ser humano fuese una tabula rasa, como si la educación lo pudiese
todo. En este sentido, las letras suelen mostrarse mucho más soberbias que las ciencias, y mucho menos modestas que ellas, aunque parezca lo contrario.
El ser humano no es una tabula rasa. La genética no lo es todo. La
educación tampoco. Conocer más profundamente al ser humano
puede ayudar a que nuestras acciones educativas sean más atinadas. De eso se trata.
Perdón, os dejo con Jensen, segunda parte:
¿Por qué los adolescentes tienen tan poco
interés en hacer los deberes? ¿Cómo puedo motivarle? Según Jensen, "Los
cerebros adolescentes tienen más conexiones sinápticas que los adultos, lo que
les hace más impresionables, ya que construyen sinapsis y las modifican a
medida que aprenden". La plasticidad del cerebro y los estímulos son a la
vez un riesgo y una oportunidad. Hoy los adultos, respecto a los adolescentes,
competimos con Facebook o los videojuegos, que son infinitamente más divertidos
que hacer los deberes. Pero, y aquí la buena noticia: "es un periodo de
grandes oportunidades". Durante la adolescencia, esa plasticidad hace que,
con una buena atención de los adultos que trabajen sus fortalezas y sus puntos débiles, se pueda llegar a alcanzar éxito académico, aunque los informes que nos lleguen de primaria sean agoreros.
¿Y que hacemos con Instagram, Facebook, Whatsapp?
Jansen es contundente al respecto: deberíamos
desconectar los teléfonos, las tabletas y otros dispositivos cuando están
estudiando. "El cerebro adolescente está hambriento de estímulos. Pero hay
una cantidad sin precedentes en el mundo actual, quizá más que nunca. Como los adolescentes
no tienen acceso a sus lóbulos frontales, utilizar su juicio para decir: -Ya he
tenido suficiente-, sigue siendo una debilidad para ellos ". Pueden hacer varias tareas a la vez mejor que los adultos, cierto, pero la distracción excesiva dificulta su aprendizaje.
¿Y el consumo de drogas?
Jensen pide mostrarse alerta. "Los adolescentes están preparados para aprender rápido, pero la
adicción es en realidad una forma de aprendizaje". La misma
cantidad de drogas o de alcohol tiene un efecto mucho mayor que en los adultos.
Algunos consumos, dice Jensen , pueden provocar cambios en la química del
cerebro, de la misma forma que los provocan el aprendizaje académico o los
entornos favorables.
¿Qué efecto tienen los videojuegos sobre
el cerebro adolescente? "Los videojuegos y los juegos de azar usan los mismos
circuitos de recompensa que cualquier otra adicción". El cerebro juvenil
"reacciona con más fuerza al estrés que el cerebro adulto". Un buen
consejo para educadores: ayudar a los jóvenes a poner en perspectiva lo que ven y
hacen en los videojuegos y estar atentos si dejan de interactuar con personas
reales por centrarse en los videojuegos (en este sentido, dentro de poco les
contaré una excelente propuesta educativa de un alumno de la UdG, donde se aprovecha la pasión por un videojuego para crear vínculos reales entre los participantes).
¿Y por qué tienen comportamientos raros,
como no abrigarse cuando hace frío? No planifican. Sus prioridades
a veces no tienen que ver con el sentido común. "Los adolescentes harán
cosas estrafalarias para agradar a sus pares, aunque eso signifique
empaparse".
Y, para terminar, una pregunta que nos
interpela ¿Cómo puedo cuidar de la salud mental de mi hijo? Jensen nos da un
consejo: Esté conectado con él. "Cuando los adolescentes parecen
estar socialmente aislados o ganar o perder mucho peso, o dejan de preocuparse
por sí mismos, los padres tienen que ser conscientes, ya que esto podría ser la
primera señal de un problema más profundo". En estas edades, si tienen una
incipiente enfermedad mental, no todos sus pares estarán tan bien equipados
para ser comprensivos como lo estarían los adultos, porque no tienen tan desarrolladas las habilidades empáticas. O sea que, por irónico que parezca, aunque los
adolescentes no quieren hablarnos, necesitan volverse independientes y solo quieren estar con sus amigos, ante
problemas importantes pueden encontrar más empatía en los adultos que en sus
iguales. La cuestión, querido lector, parece que consiste en estar siempre ahí.
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#teatro @factoriasanchez
Este sábado, a las 18h, última oportunidad para ver El año del cerdo en Barcelona, Sala Porta 4.
Este sábado, a las 18h, última oportunidad para ver El año del cerdo en Barcelona, Sala Porta 4.
Y a partir de marzo, estaremos todos los miércoles en Madrid, con Educador social en Alaska, en La Nao 8. Pero eso os lo cuento otro día.
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