lunes, 19 de mayo de 2025

LA DGAIA Y EL SISTEMA DE PROTECCIÓN

Alaska, 19 de mayo de 2025,

Leo y oigo que se quiere transformar la DGAIA y el sistema de protección de menores, sobre todo a raíz del último caso de abusos. De lo más sensato que he oído estos días ha sido la declaración en Catalunya Radio de una profesional de la fundación Vicky Bernadet pidiendo un debate sosegado sobre la cuestión. Ciertamente, no es buena idea hacer enmiendas a la totalidad con el aliento de los titulares en el pescuezo.

Veremos en que quedan las noticias y la política cuando el foco se apague.

Se habla de reforzar la prevención para que los menores no acaben en centros. Reforzar la prevención siempre es una apuesta segura. Sobre la prevención hay una cosa que los políticos y los expertos (siempre hay un comité) tendrán que tener presente: uno de los problemas de la administración es la administración misma. Como ente. Lo sé porqué lo he vivido. Se pueden mejorar protocolos, se pueden aumentar ayudas, profesionales y ratios y, si eso sucede, estará muy bien. Pero la administración es un monstruo rígido, pesado, que vive muy mal la excepcionalidad, la urgencia y lo imprevisto. Yo he trabajado con familias que requerían un apoyo excepcional puntual, de una intensidad o unas características que no obedecían a las ayudas estandarizadas al uso, y en ocasiones era darse contra un muro infranqueable, burocrático y sordo.  No era cuestión de buena o mala fe, era solo que la complejidad del caso por caso, la necesidad particular, única, local casa mal con los procesos administrativos. Casa mal con los modelos. Es un problema de difícil solución, porque, repito, no va solo de recursos. En Cataluña hay un sistema bastante musculado de servicios sociales básicos y especializados, con ayudas, equipos y profesionales excelentes. Se pueden cambiar estructuras o sistemas, pero si no se gana en ligereza y flexibilidad será muy complicado llegar a todos los puntos ciegos de la prevención.

Luego está el tema de los centros. He conocido algunos que funcionan muy bien (suelen ser pequeños, con equipos estables) y otros que funcionan muy mal. No soy un experto, pero supongo que una de las razones por las que en su momento se optó por externalizar servicios fue precisamente buscando la flexibilidad que la administración no tiene. De las otras posibles razones solo sé lo que ha ido saliendo en los medios, poca cosa. En todo caso, cualquier cesión de lo público ha de ir acompañado de un sistema de control riguroso y de calidad. La cesión a terceros no es cesión de responsabilidades. También he de decir que desde que trabajo en esto no he oído argumentos que me convenzan de una manera categórica de que el sistema de protección no se pueda sustentar exclusivamente desde lo público. Si los hay, que quizás sí, se han explicado poco.

Y, por último, algo que sí que conozco bien: los sueldos de vergüenza. Lo único que he leído al respecto estos días lo han dicho los afectados: sobre todo, aunque no solo, trabajadores y educadores sociales. El principal cambio de modelo es dejar de pagar sueldos miserables si se quieren tener servicios de calidad. En este tema es curioso que siempre salga a relucir el carácter vocacional de nuestra profesión. Debe de ser que como siempre han pagado poco, piensen que solo nos mueve un cierto carácter misionero. Pues no, con la vocación no basta. Hace demasiado tiempo que dura este malentendido.

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