lunes, 14 de julio de 2008

Educador de verano (parte 2): "Chiva, pie, tute y gua" .


Tiene razón Elvira Lindo cuando dice: " Ya no hay niños en las calles (...)Las madres del mundo han dejado de llamar a sus hijos por la ventana. Ahora se asoman con precaución a ese cuarto donde el niño parece hipnotizado por ese pozo que, en sus manos, más que de sabiduría es de burricie. Y ya se sabe que los burros, si se rebotan, muerden".

En muchas ciudades de Alaska ya no hay niños en las calles. Los "educadores de calle" van a tener que reciclarse. Durante años tuvieron que lidiar con el miedo de los políticos, a los que no les gustaban nada los grupos de chavales ociosos en los parques y las plazas. Todos ayudamos a diseñar recursos y actividades extraescolares donde estuvieran mejor controlados. Perdón, quería decir educados. Ha sido un lapsus.
Pero ahora el trabajo debería ser otro, aunque siga estando mal visto: conseguir que los niños vuelvan a llenar ese espacio libre que significa la calle, siempre que los modernos arquitectos y urbanistas no hayan hecho un estropicio antes. Un espacio donde los niños y los jóvenes también se formen, pero lejos de la mirada del adulto, de los educadores y de la dictadura de la pantalla, aunque sólo sea por unas horas. Si no fuera por los grupos de niños marroquíes, que por fortuna todavía llenan algunas plazas, yo diría que es una misión imposible. Imposible y a contracorriente.



Después
del café:

Me envía un email una psicóloga de infancia. Se ha entrevistado con Jon, un chaval de 15 años que está en un centro de protección de menores desde hace cuatro. Desde que su madre ya no pudo ocuparse de él. Jon me manda recuerdos. Se acuerda de las entrevistas conmigo y está muy agradecido, porque las cosas le van muy bien.
Perdón por este ataque de vanidad, pero como siempre nos quejamos de que nuestro trabajo no se ve, pues eso. A veces, y con un poco de perspectiva, sí. Y, en ocasiones, hasta emociona.

14 comentarios:

La Maga dijo...

Es cierto eso que gracias a los inmigrantes se esta recuperando la calle. De todas formas, en Madrid las calles están ocupadas por la policia. A mí me han preguntado que qué hacía en el parque, muy fuerte.

Besos.

MaR dijo...

Ya no juegan (porque no pueden la mayoría de las veces) a la charranca, a bote o a pi... Me has hecho recordar.
De hecho, siempre me pasó y te leo. Me encanta enterarme de alguna nueva historia allá por Alaska pero a veces, no sé... me da vergüenza dejarte un triste "me ha encantado" aunque sea verdad :)

Vaya rollo que te he soltado, perdona :) Un beso.

CRISTINA dijo...

Bueno, es cuestión de esperar unos años...en cuanto llegan a los 13, 15 o por ahí vuelven a las calles.
A hacer botellón.

(Aprovecho para decir que me parece fatal que lo dejen todo perdido y que algo debería hacerse para que no acabase todo el mundo alcoholizado y que las copas en los bares son muy caras. Son tres problemas diferentes y que además no tendrían que tener nada que ver con gente de 14 años, pero...)

Saludos, Quique

Quique dijo...

Saludos Maga.
Mar: a mi "un triste, me ha encantado", me encanta. Muchas gracias.
Cristina: tienes razón, aunque luego la mayoría de los del botellón también vuelven (volvimos) al redil, ¿no?

Anónimo dijo...

Hola Quique. Te descubrí hace poco y te leo con regularidad desde entonces. Me gusta leerte porque en Madrid, si ves unos niños (marroquíes) "jugando" en la calle, no sientes nostalgia, ni alegría, sino miedo, y me gusta leer que en Alaska las cosas son distintas, al menos tú haces que al leerte parezcan distintas. Eso es lo que me gusta de ti. Por eso me he enamorado de ti ;-)
Besos.dani.

Anónimo dijo...

Felicidades otra vez Quique!

jeje, divertido que haya salido el tema del botellón...
Yo tengo 28 años y en los instis empiezo a ser un "señor" y encima "psicólogo"... Pero hace 13 (pffff) falsificaba mi dni para entrar en discotecas donde se podía beber (no había que esperar hasta los 18, con 16 bastaba y como a mí me parecía mucho, pues me buscaba las vueltas)o para comprar vino cutre en el super...

A mí la profesión de educador de calle me da un montón de envidia... me parece genial tu propuesta de hacer proyectos para sacar a los chavales al parque otra vez...
Santi

Jueves dijo...

Hola Quique (a mi también me encanta lo que escribes... ;))

En los barrios nuevos de Madrid va a ser imposible que los niños jueguen en la calle... a no ser que se entienda por "calle" el gran patio interior que cada manzana de pisos o de urbanización organiza para sus protegidos. Por allí corretean los retoños vigilados por sus padres, y ahora en verano disfrutan también de su piscina privada... Si tienen amiguitos de otras "urbas" tienen que invitarlos a pasar la tarde en la suya, que a lo mejor es más grande y más bonita o tiene columpios... Sí, los niños tienen sus corralitos, pero los papás se han quedado sin cañas en el bar de la esquina... Porque no hay bares, ni panaderías, ¡ni tiendas de chinos!... Todo está cerrado, con seguridad en la puerta, con claves de acceso, con miedo... Cada uno a su lugar...

La calle, en mi barrio (que no es de los modernos) es también de los ecuatorianos, de los colombianos... Los parques públicos, todavía, están llenos de peques, de abuelos, de algunos adolescentes (por la noche...). Me alegro de vivir aquí... Sin embargo, observo que cada uno en su "reino": la cancha para los sudamericanos, los pinos para los abuelos, los columpios para los chiquitujos... Bueno, yo sigo atravesando en diagonal y saludo...

Quique, gracias por todo el iniverno que nos has regalado de aventuras... ¡Con el frío que debe de hacer en Alaska!

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Quique, en mis tiempos también se parcelaba el parque: los heavys en las escaleras, los proges (que se podian juntar con los heavys) en la barandilla, lo rocabilis en una esquina y lejos, no se juntaban, ni les dejaban, con nadie. A los pijos ni agua y los que hacian deporte les llamaban los sanos. Y estábamos en la calle también por necesidad, ¿quién tenia una habiatción para él sólo?, o que pudiera llevar a sus amigos, si hubieramos podido navegar por internet no hubieramos comido tantas pipas en los bancos.
Un saludo

Meiga en Alaska dijo...

Anda que si emocionan esos detalles. Ni pedantería ni nada. Es lo que nos ayuda a continuar hacia delante en esos momentos donde parece que nadamos en un mar infinito de desazón y desesperanza.

Mil besos desde Galicia.

Quique dijo...

Saludos Dani (¿quieres decir que estaban jugando?), santi, jueves (cuanto tiempo!), anónimo (sí, pero, a veces, las solución a las necesidades pueden ser excelentes, por ejemplo, las pipas en los bancos).
Besiños meiga

Anónimo dijo...

Es curioso que antes quisiéramos que los niños estuvieran en casa y ahora echemos de menos verlos correteando por ahí. Yo nunca he sido una niña callejera... así que lo que recomiendo es lo que yo hice: deporte. Ahora ya parece que no estamos a salvo ni en la calle ni en casa...

Me alegra que Jon te envíe recuerdos, Quique. Y alucino con el comentario de La Maga.

Un abrazo.

PD: Tenía el comentario escrito desde esta mañana. Pero me fui y lo dejé aquí sin darle a publicar. Esta misma tarde he visto a unos niños en un parque con bicicletas... y me he acordado de ti.

Yolanda dijo...

... No lo dudes quique, todavía se puede recuperar la calle aunque sea difícil, PORQUE SE NECESITA...
...La calle, es ese lugar que siempre está presente en la vida de las personas, que nunca pasa indiferente... En la calle hay que gritar lo que va mal en el mundo, en la calle hay que trabajar para que las persoans se encuentren, en la calle hay que generar conciencia y cultura humana...

Interersante esa "suave ironía" que cuenta la "verdad sin contar"... No sé yo si ese lugar entre Extremadura y Alaska "tendrá raices gallegas"... :)

Un beso chico y perdón por el exceso de palabras.

Yolanda

Ginebra dijo...

Aquí los niños están en la calle. Claro que aquí pueden.

Quique dijo...

Hola fusa y yolanda.
Hola ginebra. Bueno, aquí también hay jóvenes en la calle, pero, de un tiempo a esta parte, parece que molesten y haya que hacer algo para echarlos de ella.