CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Carta abierta al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

Señor Presidente,

me llamo Quique y trabajo como educador social en una comunidad autónoma de España. Tengo un trabajo que me permite entrar en contacto con personas con dificultades sociales y económicas, aunque le confieso que entiendo muy poco de economía. No crea que es por falta de interés. Al contrario, me gusta estar informado de las cosas. Lo que pasa es que siempre me ha costado entender la jerga con la que los expertos explican este tema en los periódicos. Si fuera mal pensado, creería que no quieren que nos enteremos de cosas que son mucho más sencillas de lo que parecen. Mi único consuelo es que, a tenor de lo visto, parece que ni los expertos saben de qué están hablando cuando hablan de economía.

Usted y yo hemos nacido en la década de los sesenta. Eso quiere decir que tanto usted como yo hemos vivido más de una crisis económica. Pero la crisis actual tiene una diferencia fundamental con las anteriores: nunca una crisis nos había enseñado tanto las vísceras de la economía de mercado como hasta ahora. Nunca como hasta ahora, habíamos comprobado como esas vísceras, puestas a la intemperie, huelen a podrido.

Señor presidente, pertenezco a una generación acostumbrada a oír la cantinela de que la culpa de la poca competitividad de la economía española es de los trabajadores, de sus sueldos y de la poca flexibilidad del mercado de trabajo. Pertenezco a una generación que aceptó sin rechistar que en un sistema capitalista, mientras menos intervencionista fuera el Estado, mejor para el mercado, y mejor para todos. Pero ha resultado que ese "todos" eran sólo unos pocos: Ejecutivos, constructoras, operadores, inmobiliarias, gestores de capital, prestamistas, directores de operaciones, bancos, y un inacabable pero exclusivo etcétera, hicieron de la especulación más salvaje su modus vivendi, mientras los políticos, responsables de promover el bien público, miraban para otro lado, o ponían la mano por si caía algo. Así qué, si algo tiene de peculiar esta crisis, señor presidente, es que, por una vez, los culpables son también los otros, los que se han enriquecido sin vergüenza ninguna. Y lo bueno, si es que algo bueno tiene todo lo que está pasando, es que se puede decir esto, por primera vez, sin que te acusen de demagogo, y sin tener ni idea de economía.

Pero el motivo de mi carta es otro, señor presidente. Aprovechando la coyuntura, en muchos ayuntamientos, gobiernos autónomos, comarcas, etc. se están empezando a recortar ayudas económicas y proyectos socioeducativos con la excusa de la crisis: ayudas a la escolarización, creación de centros juveniles, becas para material escolar o para guarderías, recursos para mayores, etc. Mire señor presidente, por ahí si que no paso. Ya sé que no es usted el único responsable de esta crisis. Ya sé que es una crisis global ( donde global quiere decir que especuladores y políticos irresponsables no conocen fronteras). Pero, si le queda a usted algo de socialista, no debería permitir esta situación ni estos discursos, ahora sí, demagógicos.

Una cosa es que aceptemos que papá Estado corra a salvar con sus millones de dólares y de euros (que son también nuestros, no lo olvide) a los mercados que antes proclamaban a los cuatro vientos su sagrada independencia. Una cosa es que los inútiles y avariciosos ejecutivos, financieros, inversores, consejeros y demás chupópteros que han llevado a la quiebra a medio mundo se vayan de rositas. Y otra cosa muy distinta es que la crisis, provocada por esta fauna de indeseables sociales, la sufran sólo la mayoría de los grupos sociales más vulnerables.

Ya estoy de acuerdo en que hay que tomar medidas para que todo el sistema no se hunda. Ya acepto que se pongan parches a los agujeros creados por estos antiguos y nuevos ricos, si eso ha de servir para reactivar la economía y crear empleo. Pero, precisamente en estos momentos, señor presidente, no se olvide usted de los que peor lo están pasando por culpa de estos despreciables ladrones. Le pido, con todos mis respetos, que inyecte usted también una cantidad importante de millones en los servicios sociales, para que se puedan atender correctamente a las personas y a las familias a las que más ha golpeado esta crisis. No permita ni un recorte de ayudas sociales. No deje que parezca que sólo administramos caridad.

Un último deseo. No estaría de más que esas constructoras, esos bancos, esas empresas y esos ejecutivos a los que con tanta generosidad se les está ayudando a salir a flote, devolvieran a la sociedad, con un poco más de generosidad, la riqueza que esa misma sociedad les ayuda a acumular.

Aprovecho para saludarlo muy cordialmente.

Quique

Educador social de Alaska (*no se preocupe. Alaska es aquí. Una metáfora, si usted quiere, del frío que hace en nuestro país en tiempos de crisis).

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Este blog quiere expresar su dolor e indignación por el asesinato del empresario vasco Ignacio Uria.