Alaska, 15 de septiembre de 2011,
Dice Phil Collins, el videoartista, no el cantante, nominado en su día a los Premios Turner de arte contemporáneo, que para él, el atractivo más profundo del arte es su naturaleza perturbadora. Collins está fascinado con lo que él llama la “belleza específica de la gente que vive en situaciones de horror”. Leo a Collins en el capítulo 4 del libro Siete días en el mundo del arte, de Sarah Thornton. Discrepo con Collins. Yo creo que, a menos que se trate de un psicópata, confunde el desasosiego, la empatía incluso que nos puede producir una imagen, el estupor que a veces te deja clavado sin poder dejar de mirarla, con la belleza. O lo que es lo mismo, reduce todo eso a pura estética. Seguramente mucha gente encontrará belleza en la simbología nazi, a condición de que la despojemos de cualquier significado. Pero dudo que encontremos belleza en los campos de exterminio. Es sobrecogimiento, rabia, tristeza lo que siento cuando veo el documental Shoah sobre el Holocausto, por ejemplo. También se ha hablado de la la belleza de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas. Esa imagen del avión entrando en el edificio como el cuchillo en la mantequilla. Tal vez sea bella, a condición de que nos olvidemos de su reverso: personas saltando al vacío. Es mucho olvidarse.
Dice Phil Collins, el videoartista, no el cantante, nominado en su día a los Premios Turner de arte contemporáneo, que para él, el atractivo más profundo del arte es su naturaleza perturbadora. Collins está fascinado con lo que él llama la “belleza específica de la gente que vive en situaciones de horror”. Leo a Collins en el capítulo 4 del libro Siete días en el mundo del arte, de Sarah Thornton. Discrepo con Collins. Yo creo que, a menos que se trate de un psicópata, confunde el desasosiego, la empatía incluso que nos puede producir una imagen, el estupor que a veces te deja clavado sin poder dejar de mirarla, con la belleza. O lo que es lo mismo, reduce todo eso a pura estética. Seguramente mucha gente encontrará belleza en la simbología nazi, a condición de que la despojemos de cualquier significado. Pero dudo que encontremos belleza en los campos de exterminio. Es sobrecogimiento, rabia, tristeza lo que siento cuando veo el documental Shoah sobre el Holocausto, por ejemplo. También se ha hablado de la la belleza de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas. Esa imagen del avión entrando en el edificio como el cuchillo en la mantequilla. Tal vez sea bella, a condición de que nos olvidemos de su reverso: personas saltando al vacío. Es mucho olvidarse.
Yo creo que no hay belleza sin significado. O tal vez sea que no tengo suficiente alma de artista.
El lunes empezó un nuevo curso y yo vuelvo al blog. Un nuevo curso marcado por la crisis (¡Dios!, ¿se puede escribir algo más sobado, tópico y refrito?: un curso marcado por la crisis, dice).
Desde servicios sociales se puede visualizar el horror. No es el horror del que hablaba Brando en Apocalypse Now, desde luego. Es el horror de la pobreza, de la desesperanza, de gente que lucha por salir de un pozo. Quizás la palabra horror sea demasiado grande, pero, en todo caso, no veo nada bello en ello, señor Collins.
Desde servicios sociales se puede visualizar el horror. No es el horror del que hablaba Brando en Apocalypse Now, desde luego. Es el horror de la pobreza, de la desesperanza, de gente que lucha por salir de un pozo. Quizás la palabra horror sea demasiado grande, pero, en todo caso, no veo nada bello en ello, señor Collins.
Es terrible que después de una crisis tan larga un país solo pueda ofrecer a sus ciudadanos la amenaza de una segunda recesión. Un país y un continente. ¡Oh!, ¡Europa! ¡Europa!. Hemos despertado de tu sueño. La bella idea de una Europa americana, de una ciudadanía que vea más allá del ombligo de su nación, ha resultado ser una quimera. Europa, que debería haber sido con la crisis más Europa que nunca, más unida, más fuerte, más estado. Europa, digo, no existe. Europa es la copa de Europa, es la champions, países a cara de perro, es la bolita que entró o no entró.
No, no me hablen de la belleza del horror ni de las oportunidades de la crisis. Quizás las hubo, quizás al principio; el aprendizaje de los errores, el despilfarro, que nos creímos ricos, todo eso que hasta yo he dicho en algún momento. Pero ya no. Dejen lo de la oportunidad de la crisis para los libros de autoayuda. Esta crisis es ya una putada antes que una oportunidad, se mire por donde se mire.
No, no me hablen de la belleza del horror ni de las oportunidades de la crisis. Quizás las hubo, quizás al principio; el aprendizaje de los errores, el despilfarro, que nos creímos ricos, todo eso que hasta yo he dicho en algún momento. Pero ya no. Dejen lo de la oportunidad de la crisis para los libros de autoayuda. Esta crisis es ya una putada antes que una oportunidad, se mire por donde se mire.
Empiezo este blog y este curso con una sensación de déjà vu. Quizás sea el estado de ánimo que me ha quedado tras parir el “Alaska 2099”. Ahora, mientras les escribo esto, la obra está en la sala de máquinas (lo de arriba es el trailer de la obra, un buen trabajo de Jose Maria Gresa para Los Sánchez) y yo vuelvo a este rincón como el que vuelve de un viaje que lo ha dejado exhausto.
Releo lo que he escrito y tal vez tenga todo un tono demasiado pesimista. ¿Pesimista? ¿Pesimista yo? ¿Pesimista dice? Quite, quite, ¡que voy a ser pesimista!. Tengo ya una edad, oiga, y sé que la vida sigue. El error que se suele cometer es confundir el estado de ánimo propio con el mundo, pero yo ya sé hace tiempo que lo que uno escribe (o canta, o pinta) tiene que ver siempre más con uno mismo que con el mundo.
En realidad, con o sin crisis, volverá a hablarse de las torrenciales lluvias, del gordo que ha caído en un barrio de gente humilde, de la desafección del ciudadano, del cambio de hora que provoca insomnios, de las lluvias de estrellas, del gran hermano, de la corrupción, de las elecciones, de la reconciliación de la esteban y del enésimo partido de fútbol del siglo.
Se abre el telón. Pasen y disfruten: es la vida.
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Alaska 2099 se estrena el 7, 8 y 9 de octubre en la sala Almazen de Barcelona.
7 comentarios:
Hola Sera, muy buenas. Tras la estela de Arcadi aparezco en Anchorage. Al estrellarse el 2º avión me dio un subidón Stockhausen pues nunca Hollywood nos había regalado nada igual; duró 20 segundos; luego dije "el fascismo que nos espera"
Viva viva!! Estreno en octubre!! ¿Pa cuando Galicia? Sofía y yo ya estamos preparando el tour Coruña-Santiago-Ourense.
Sabemos que ahora te codeas con altas esferas, pero nosotras aquí seguimos y mejores chistes que los nuestros sabes que no escucharás.
Todo ben?
Bicos
Laura lo de los chistes es verdad, quizás de teloneras nuestras, las dos...umm, lo vamos a pensar.
Rafa
un beso
Hola Oscar, bienvenido a Alaska.
Hola Laura, deseandito veros (a pesar de vuestros chistes). Un abrazo y un beso muy grande para Sofía y para ti.
Sera
no hay que negar la belleza de las imágenes de los aviones, son sin igual al margen de TODO lo demás, y como -además- no nos dejaron ver a los muertos quedamos doblemente fascinados por la estética... tú seguirás escribiendo, prueba de que el mundo no está tan mal... voy a intentar sacar entradas para el día 7, a ver si quedan... mucha merde!!!
Me alegro de poderte leer de nuevo. Yo hace tiempo que tampoco pasaba por aquí, pero intentaré hacerlo más amenudo. Me ha gustado mucho la reflexión sobre el pesimismo o la forma subjetiva de entenderlo cada cuál. Creo que yo tampoco soy muy optimista por excelencia. No soy la alegría de la huerta, digásemos!
Salud y hasta pronto (o eso al menos espero)!
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