Alaska, 3 de febrero de 2012,
2008. En uno de mis primeros post de este blog hablaba de una crisis incipiente que empezaba a cebarse con las personas a las que atendía. En 2012 la crisis, que algunos llaman, quizás exageradamente, la Gran Recesión, sigue aquí. No estábamos acostumbrados a ciclos negativos tan largos, ni tampoco a desayunar cada día con la economía como tema estrella de la información. Tampoco estábamos acostumbrados, al menos yo no lo estaba, a que los expertos en economía o los políticos dieran tanta sensación de estar perdidos, de dar palos de ciegos, de trabajar en la incerteza más absoluta.
En un primer momento de la crisis el presidente Zapatero, seguramente acostumbrado a los ciclos cortos, esperó a ver si amainaba el temporal. Luego, con la evidencia, se fue imponiendo en toda Europa una cierta lógica: si lo que nos ha llevado a esto ha sido el excesivo endeudamiento, cuando no el despilfarro, se trata de no gastar. Un diagnóstico incompleto que solo admite uno de los motivos de una crisis económica muy compleja. Pero lo cierto es que se ha impuesto la lógica de la austeridad y de los recortes. Si se atiende al resultado de las elecciones, tanto en España como en Cataluña, y a las pocas movilizaciones que la crisis está generando hasta el momento, parece que una mayoría de ciudadanos combrega con esta lectura. El problema es que parece que la austeridad no va a sacarnos del agujero, o no solamente. Voces reconocidas como el premio Nobel de Economia Paul Krugman defienden hace tiempo precisamente lo contrario: que es necesaria más inversión del Estado, por tanto más endeudamiento, que reactive la economía. En el Foro Económico Mundial, poco sospechoso de izquierdista, que se cerró ayer en Davos, economistas como Robert Shiller o Jean Pisany.Ferry también insisten en el peligro de la aplicación de un exceso de austeridad. Pocas veces la política y los expertos habían dado tanta sensación de improvisación, de no saber qué hacer.
He hecho este largo preámbulo porque el contexto en el que trabajamos los educadores y trabajadores sociales tiene dos aspectos casi enfrentados: por un lado unos ciudadanos empobrecidos que buscan en los servicios sociales, a veces por primera vez, un salvavidas. Por otro una administración, en plena lógica de los recortes, que no está por la labor. Al contrario, paradógicamente, desde el discurso de la austeridad el ciudadano empobrecido es visto a la vez como víctima y chivo expiatorio de la crisis. No es tanto que los recortes se hayan cebado especialmente en las ayudas a los más desfavorecidos, ya de por si exiguas, sino un discurso de la macroeconomía, el de la austeridad, que se traslada ideológicamente al resto de la administración, incluidos los ayuntamientos. El resultado es que la administración no responde al ciudadano que viene a servicios sociales desde la ayuda, sino desde el control. No es la atención, es la desconfianza.
En época de escasez de recursos se imponen los gestos firmes y el marketing. Hay que dar la sensación de mano dura, de que no se ayuda al inmigrante, de que vamos a acabar con los aprovechados, a cortar el fraude, etc. Un discurso populista que muchos ciudadanos compran sin caer en la cuenta que la pobreza ya no tiene dueño y que el Estado también está hablando de ellos.
La administración se muestra aquí como un verdadero abusananos. Incapaz de modernizar y adelgazar una organización demasiado burocratizada, cargadas de estamentos y cargos intermedios, o de desmontar una estructura duplicada en mil lugares ( diputaciones, consorcios, consejos comarcales y otros entes), aprieta por abajo. Es más fácil, por ejemplo, abanderar el populismo del presunto fraude en el RMI en Cataluña que regenerar ese dinosaurio insaciable, que ella misma alimenta, que es la administración.
Los educadores y trabajadores sociales nos encontramos en esta tesitura. No sé si nos hemos dado cuenta pero nuestras profesiones están en el ojo mediático como nunca. Los problemas sociales de las personas, sobrevenidos por la crisis, son temas de portada. ¿Qué vamos a hacer ante todo eso? Nos definimos históricamente como agentes de cambio, pero es momento de demostrarlo. ¿Hacemos educación o hacemos control?. ¿Somos el brazo ejecutor, la cara visible de este discurso de la administración, o su contrapunto crítico? ¿Aplicamos un trabajo educativo específico para cada ciudadano, lo acompañamos en su proceso, trabajamos para su inclusión social y su responsabilidad, vamos más allá del asistencialismo o lo tratamos con desconfianza, como el enemigo, aplicando una lógica de vigilancia y control? ¿Tenemos alternativas a la rigidez del sistema?
Es hora de pensar, de hablar y escribir. Hay un futuro Congreso de Educación Social en Valencia, existen foros en las redes sociales, hay posibilidad de participar en los Colegios, en las universidades, de escribir artículos. Es hora de la educación social. Aunque no estemos acostumbrados es el mejor momento para que nos escuchen.
Algunos conocidos me preguntan de qué va nuestra cuarta obra de teatro, Alaska 2099. En la obra, uno de los personajes pregunta al protagonista: ¿Y usted qué hizo ante eso?. Otro grita, irónico: Es la economía estúpido. La obra va de muchas cosas, pero sobretodo va de lo que va este post. Alaska 2099 puede verse hoy mismo, en la sala Almazen, a las 21h.
El próximo lunes 6 de febrero, sobre las 17h, Miguel Rubio, del blog Educació social des dels inicis, me hace una entrevista por twitter. Podéis seguirla con el hastag: #edusoentrevista.
4 comentarios:
exacto! de eso va Alaska 2099, con mucha ironía y mucha verdad, la obra es una descripción perfecta de la dirección que está tomando todo... yo en lo del gasto público no sé si creo tanto, porque cuando se ponen a gastar es que no van a darlo para educación social sino para construir aeropuertos que no tienen clientes o trenes de alta velocidad que no paran en ningún sitio... tengo la sensación de que estamos perdidos en un túnel, como cuando se quebró el muro y nos dimos cuenta de que el socialismo marxista no había servido para hacer mejores ciudadanos sino para crear una clase política y otra clase ciudadana, resumiendo mucho, y entonces sólo quedaba el capitalismo, y luego éste tampoco funciona, y entonces nos queda la democracia imperfecta... pues bueno, gasto o no gasto? yo no lo tengo nada pero nada claro... gasto responsable, pero cómo se hará eso? y sí, yo me quedo con la frase de tu obra, ya lo sabes, y usted qué hizo ante eso? me parece que es aplicable a miles de cosas y situaciones en la vida en que no nos posicionamos, por verguenza, por desinterés, por desidia/pereza, por miedo... creo que en cuanto crezcan un poquito mis hijos les educaré en esa filosofía, y tú qué vas a hacer ante eso? veremos!!!
Totalmente de acuerdo, Sera. Mi propuesta, más que la lucha contra todos y todas o contra todo, iría encaminada a desmontar y demostrar, que la teoría del "miedo" social, es unicamente eso en esencia: Una teoría.
Construida y alimentada por personas y grupos de influencia y poder. Islandia nos ha enseñado el camino y será cuestión personal y profesional el secundarlo.
Un abrazo,amigo.
Se están comenzando escuchar las primeras voces conjuntas en nuestro ámbito más cercano (desde euskadi)que denuncian cada vez con más fuerza la imposición de prácticas de intervención educativa muy restrictivas, en las que se confía poco en el educador (no digamos en la persona destinataria de la intervención) y mucho en el control, en las técnicas, en los ratios (cada vez más amplios)... nos estamos perdiendo mucho cuando dejamos de mirar a las personas como lo que son ... personas, como nosotras... historias con pasado y con futuro, historias ligadas a otras historias entrelazadas, tocadas por una historia global que nos envuelve a todos (aunque cada uno diferente manera)…
Lo que hoy me llama la atención es lo contradictorio de esta tendencia si tenemos en cuenta que en muchos ámbitos de trabajo, muchas culturas organizativas cada vez más se deja más y más espacio para la creación, para la flexibilidad, para que los profesionales aporten su sabiduría y su buen hacer... No deja de ser contradictorio como, en el ámbito de la intervención social, cada día los protocolos son más restrictivos, ocupan más tiempo en las tareas de los profesionales y aumentan su capacidad de control a través del conocimiento y recogida de datos de las personas destinatarias. Dicen que cada vez más el control se está delegando en uno mismo, en la autocrítica, en los equipos reflexivos, en el crecimiento personal, en la formación continua. Dicen que frente a la época de desarrollo de sistemas panópticos (que permiten a un vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) los prisioneros/empleados/destinatarias sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no )hoy la competencia tiene mucho más poder de control que aquel tipo de vigilancia. Dicen que cada vez más la figura del jefe autoritario que está en todo, que lo sabe todo, y todo lo vigila… tiende a desaparecer… ¿porque en la intervención social ocurre lo contrario?
Gracias por vuestros comentarios. Muy, muy interesantes todos.
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