Alaska, 26 de marzo de 2013,
El 20
de marzo, la educadora @AfricaAbril colgaba en twitter lo siguiente: “#machismo. Chavales que tienen las contraseñas de las
redes sociales y correos de sus novias y ellas lo consienten”. Días después yo
le contestaba con un tweet un poco impertinente: ¿Si ocurre al revés también es
machismo? Lo que dio lugar a un pequeño debate
en el que entraron otras personas.
Yo
cuestionaba la tajante afirmación de África respecto a lo que podía considerarse
un episodio de machismo. Luego ella me explicó, también en twitter, que se
trataba de un caso en que la chica había dado su consentimiento bajo la coacción de su novio. La discusión podía haber acabado aquí porque, efectivamente, un caso así se puede considerar machismo o abuso de
poder sin duda ninguna. Pero a mí esta charla me sugirió varias cosas:
Una:
que Twitter no es para debatir. 140 caracteres no dan para argumentar nada. Y
como no dan para argumentar todos solemos poner afirmaciones o negaciones
contundentes y sin matices, que es lo contrario de argumentar. Twitter está muy
bien para otras cosas, pero no para esta. Algunos gurús del 2.0 consideran que
sí, que twitter es la leche, porque está en la onda que defienden: la de los
discursos rápidos, cortos, cada vez más cortos e instantáneos. Infantilizados.
Son los que te aconsejan que no escribas mucho, que no canses, que no haya
mucha letra, que tampoco hables mucho, que le pongas dibujitos y fotitos a tus
charlas y a tus escritos y cosas así. Se dirigen a un auditorio idiotizado.
Chuminás. Niños, no hagan caso de esas tontadas: crezcan y lean. Y viceversa.
Dos:
A lo que iba. Salvados los casos más evidentes donde alguien da sus contraseñas
al otro bajo coacción, yo no me atrevería a decir a los jóvenes, ni a nadie,
con total contundencia, que no se debería dejar acceder a tu pareja a tus
redes (dar la constraseña del email creo que es diferente) . No es que me parezca bien, todo lo contrario. Pero creo que antes preguntaría. Es cierto, eso de compartir la contraseña suena fatal. Suena a dejar tu casa abierta. Yo no lo haría. Pero que yo no lo haga no significa que esté mal o bien. Lo que me pregunto cada vez más es si las redes sociales no dejan de ser casas abiertas de par en par. O si pueden considerarse la casa de alguien (aparte de ser la de Zuckerberg o de Dorsey claro). Conozco parejas adultas que comparten sin ningún problema facebook y que
incluso tienen el mismo perfil en algunas redes y para ellos es una cuestión de confianza en el
otro. O que no están en ninguna red social. No me atrevo a juzgarles. No creo, aunque confieso que lo he pensado alguna vez, que
esas personas no tengan privacidad o personalidad propias. Seguramente, para
ellos, la privacidad está en otros lugares. Supongo que alguien que comparte una red social con otro hasta ese extremo, no debe considerar esa red un espacio muy privado.
Tres:
Lo cual también me crea dudas y preguntas. No aconsejaría a un hijo mio que
compartiera la contraseña de sus redes con su pareja o con amigos. Pero si acaba
haciéndolo pueden haber pasado dos cosas: una, que la inmadurez y las hormonas
lo confunden, o dos, que quizás él considera que no hay ningún problema en
compartir facebook, por ejemplo, porque facebook se haya convertido para los
jóvenes y no tan jóvenes en el reino de lo transparente. ¿Qué mas da que
comparta facebook si, al fin y al cabo, todos pueden ver lo que
quiero que vean en mi muro? Seguramente para muchas personas las redes sociales
son precisamente espacios de exposición pública (¿son otra cosa?) y los
espacios privados y opacos son mucho más analógicos de lo que pensamos.
Cuatro:
Lo cual me genera nuevos interrogantes. Hay un discurso educativo, un poco
descolocado, ante la exposición de la juventud en las redes sociales, sus fotos
más o menos escandalosas en fiestas, sus comentarios, etc. Descolocado también
porque, seguramente, el concepto de privacidad y su importancia es discutible en
estos tiempos. Nadie quiere ser anónimo. ¿Pero eso quiere decir que los jóvenes
no controlen esa exposición?. Humm, no estoy tan seguro. Los jovencitos y las
jovencitas cuelgan fotos en los que se les ven divinos, y escriben frases y poesías buscando con ahínco los me gustas. O todo lo contrario, cuelgan su imagen
más deprimente, sus help!, para explicar al mundo lo mal que están. Lo hacen, además, donde
no es raro ni asocial hacerlo, porque todos lo hacen. Es decir, sospecho que
controlan y cuidan su imagen seguramente más (no sé si mejor) que nunca. Quizás
de aquí a unos años alguna escuela o algún padre nos llamen preocupados porque fulanito no tiene ningún perfil en ninguna red.
Y
cinco: Quizás todo esto pueda parecer una invitación a dejar a los jóvenes y adolescentes hacer el uso que quieran de sus redes sociales o a considerar que todo lo que decidan al respecto está bien. ¿Ha parecido eso?.
Pues nada más lejos de lo que pienso. Los jóvenes no son tontos (bueno, algunos
sí) pero son jóvenes. Por muy nativos digitales que sean están más perdidos que los adultos, incluso en sus redes, como lo está cualquiera a los catorce o quince años. Lo tecnológico no nos debería intimidar: son seres humanos tecleando, ni más ni menos. Nosotros, los adultos, tenemos que transmitirles aquellos
valores que creemos que les ayudarán en el futuro a ser ciudadanos responsables
y lo más felices que puedan. . La única diferencia en el tema de las redes sociales es que, aunque los
valores que queramos transmitir sean muy antiguos, no nos ayudará a transmitirlos presuponer cosas que a lo mejor no son del todo ciertas. O definiciones sobre las redes hechas desde los manuales 2.0 y no desde la experiencia propia de los usuarios. No conectaremos.
Deberíamos preguntarnos y preguntarles: ¿Qué espacios privados tienen, si es que tienen? ¿Para qué utilizan las redes y para qué no? ¿Qué redes? ¿Cómo se defienden de la invasión
de su privacidad por otros? ¿Qué es para ellos lo
privado y qué lo público? ¿Tienen algún espacio donde guardar su intimidad?.
Preguntarles, no para no decir nada, sino para decirles mejor lo que les queríamos decir.
Preguntarles, no para no decir nada, sino para decirles mejor lo que les queríamos decir.
A eso
me refería en mi reportaje sobre las TIC ( Un verano en la nube ) cuando hablaba de que hay un discurso por construir.
_____________________
De cartones y hombres, la nueva obra de Factoría Los Sánchez. 5 de abril en la sala Almazen (Barcelona).
reservas@almazen.net / tlf. 664277579
4 comentarios:
Hola camarada!!
Sobre Twitter: cierto, si bien también he de admitir que, a veces, he leído tweets de 140 caracteres (o menos) mucho mejores que extensas parrafadas. Y he visto debates y/o diálogos que, aunque cuesten seguirlos, merecen la pena (el pasado domingo, por ejemplo, una hora y media o más de conversación y discusión entre Arturo Pérez Reverte y Gervasio Sánchez realmente interesantísima) En definitiva, que sí a todo, a Twitter y a lecturas más extensas, siempre y cuando los tweets y las lecturas extensas, sean de calidad.
Sobre lo de los chavales en las RR.SS... Si creo haberte entendido bien, creo que coincidimos y por tanto lo que tenemos que hacer es preguntarnos si les preguntamos, es decir, ¿nos han dicho alguna vez cómo usan su TUenti?, ¿por qué usan así su Facebook? En esto de las redes como en muchísimas otras parcelas de los jóvenes, lo que nos falta es escucharles y no validar siempre - per sé - las recomendaciones de expertos (adultos) en juventud.
Un saludo, compadre!!
Hola chaval.
Pues sí, va por ahí. Preguntarles, pero no para no decir nada, sino para saber más y poder decirles mejor lo que les queríamos decir.
PD: lo de twitter, bueno, supongo que es para contrarrestarme a mi mismo. Como soy un fan de las redes (ya lo sabes) pues intento distanciarme un poco de ellas. Y cuando me alejo también veo un poco el griterío y los descosidos. Es cierto que el formato no garantiza la calidad, pero hay formatos que, ya de por si, la dificultan bastante ( y creo que es el caso de este estupendo y, por otra parte, maravilloso invento que es twitter).
Un abrazo!!
Apasionante tema. Lo que es mío, lo que es con mis amigos y lo que es para todos, cuando tienes 15 años. Luchar contra la enorme potencia del mensaje del "consume" "exponte" "destaca" es difícil de contrarestar. Ahí entramos nosotros, con muchos menos medios y una sociedad a la deriva que no nos valora. No creo que sea nada grave lo que les pasa, es simplemente fruto de su época, diferente a la nuestra pero, en esencia, es lo mismo pero con muchos más estímulos desde un espejismo de sociedad. Muchos de nosotros tuvimos una adolescencia terrible y ahora somos personas "de provecho", con valores, responsabilidades y capaces de amar y ser amados. Pero entonces éramos....como los de ahora. Gracias, Sera y África por abrir este debate y ahora aprovecho para hablar de mi libro http://www.trabajarconjovenes.com/#home
Me quedo con aquella frase que leí y que os copio:
... De momento, en el planeta sexo, todo el mundo esta más insatisfecho. En el planeta educación cada vez somos mas tontos. En el planeta de las comunicaciones, cada vez hay mas gente que se siente sola, y en el planeta libertad, cada vez somos mas esclavos.
Un saludo Quique y cia.
Publicar un comentario