Alaska, 16 de junio de 2013,
Observa esta imagen. Cierra
tu ojo izquierdo y clava tu ojo derecho en el rombo . Ves
acercándote y alejándote de la imagen hasta que veas como
desaparece el círculo blanco de la derecha. ¿Curioso, no? Se trata del “punto
ciego” de cada ojo. Lo asombroso, y mientras más hago este
ejercicio más me asombro, es que en el lugar donde el círculo desaparece no vemos un agujero, un vacío, sino el fondo negro y uniforme de la imagen, como si el círculo no estuviera allí. Es decir, el cerebro
“suple” la información que no da el punto ciego. Nos hace ver
algo que no existe, algo que él quiere que veamos.
¿Qué tiene que ver esto
con los servicios sociales? ¿Y con la educación social? Quizás
nada. Probablemente, todo. Pero antes de entrar al trapo, mira esta
foto:
¿Te parecen unos ojos
atractivos? En un experimento reciente se mostraron fotos de mujeres a un grupo de hombres y se les preguntó
cuales les parecían más atractivas. Todos coincidieron bastante en
sus elecciones pero no supieron justificarlas. Simplemente les gustaban más. Lo que ninguno sabía es que habían
escogido aquellos rostros de mujeres que presentaban los ojos
dilatados, signo de una mayor predisposición sexual. Es decir, el
cerebro había escogido antes por ellos. Y esto es solo un juego de
niños. Se ha demostrado que la elección de políticos tiene que ver más con su imagen que con su discurso. Aunque pocos electores lo sospechan. ¡Glups!.
Lo que la neurociencia
está descubriendo cada vez más es que nuestros sentidos no son
infalibles. Lo que vemos y la lectura de lo que vemos no es
exactamente lo mismo que lo que es y sucede en la realidad. El
cerebro actúa y decide por nosotros y luego nos ofrece explicaciones
más o menos razonables con las que argumentamos nuestras decisiones.
Explicaciones que poco tienen que ver con la realidad. Nos hace creer
que somos nosotros los que decidimos. Nos hace creer que nuestro “yo”
consciente es el que manda. Y esto sucede no solo en cuestiones más
o menos mecánicas o instintivas, sino en la toma de decisiones
importantes de nuestra vida. En esto Freud se acercó bastante (el
inconsciente), aunque se equivocó en su explicación del mecanismo
porque no tenía los instrumentos que tenemos ahora para observar el
cerebro.
Los servicios sociales se
estructuran entre otras cosas para reducir la subjetividad y la
arbitrariedad de los profesionales: Indicadores, normas, criterios
económico-sociales, protocolos. Está bien que así sea. Aunque esto
no es infalible. Esas mismas estructuras están creadas por personas
y se deciden a partir de un concepto de la naturaleza humana.
Pondré un ejemplo muy burdo, para que se me entienda. Quizás en tu
servicio esté establecido el criterio, escrito o no, de que alguien
que está siempre en el bar no merece una ayuda económica de
subsistencia. Pero ese criterio puede variar en función de la
responsabilidad sobre esa conducta que supongamos a la persona. No es
lo mismo pensar que X es responsable de lo que hace y que podría no
hacerlo (se queda sin ayuda), que pensar que es
responsable, pero que quizás no puede dejar de hacer lo que hace
(recibe ayuda económica y también ayuda para variar su conducta)
o que no es en absoluto responsable.
Otro ejemplo: escribes
un informe social para el departamento de Infancia. Escribes, y no te
tiembla el pulso, que la madre X es manipuladora y miente
sistemáticamente sobre lo que le pasa. Es una posibilidad. La otra
es que te cuestiones si X miente o simplemente su cerebro le está ofreciendo una explicación razonable a lo que le pasa. Miente, pero
sin saber que miente. Te temblará el pulso.
Si sigues pensando que
los descubrimientos en neurociencia o psicología evolutiva no nos
conciernen, lee a Steven Pinker. Resulta apasionante como este gran
psicólogo explica las relaciones familiares a partir de la
genética y la evolución. Desde la relación entre los hermanos
(¿sabías que el primogénito suele ser conservador y peleón,
mientras al segundo no le cabe otra que ser apaciguador y tolerante?.
Yo no, pero ahora entiendo algunas cosas de mi propia familia) a la probabilidad, estadísticamente más alta
que en otros supuestos, de que los padrastros maltraten a los hijos
de su nueva pareja (por una cuestión evolutiva: queremos, la
evolución quiere, que nuestros genes tengan continuidad y los hijos
no biológicos son solo un estorbo por el que no estamos dispuestos a
sacrificarnos). Lo que no quita, evidentemente, como recuerda el
propio Pinker, que existen muchos padrastros benevolentes con
muchísimo mérito.
Por no hablar del conocimiento de que los adolescentes siguen mucho más a su grupo de iguales que a sus padres, lo cual rebaja las expectativas paternas de influencia sobre los hijos, pero también desculpabiliza bastante.
Por no hablar del conocimiento de que los adolescentes siguen mucho más a su grupo de iguales que a sus padres, lo cual rebaja las expectativas paternas de influencia sobre los hijos, pero también desculpabiliza bastante.
Y si eres de los que oyen
“ciencia” y te salen sarpullidos (quizás tú no, pero te aseguro
que educadores sociales hay unos cuantos) te aseguro que Pinker es
menos determinista que muchos profesionales de lo social que explican
siempre la conducta humana como un producto de las circunstancias y
el medio ambiente. ¡Y mucho menos dogmático que ellos!
El año que viene se
celebrará en Cataluña el primer Congreso de Servicios Sociales.
Aunque el contenido está todavía en la cocina, parece que la ciencia tendrá
un lugar preponderante. Es una gran noticia. Solo tengo un pero: casi
siempre que nos hemos acercado desde la educación social a la
ciencia ha sido para hablar de sus peligros (las implicaciones
éticas, los abusos de las farmacéuticas, los riesgos de la manipulación genética, etc.). No está mal, pero
creo que el debate entre profesiones como las nuestras y la ciencia
puede ser mucho más fructífero y también en positivo.
Seguramente faltan muchos
años para que los descubrimientos en neurociencia se traduzcan en
aportaciones concretas a la educación social y a los servicios públicos. Pero estas serán inevitables, tarde o temprano. Nos
interpelan sobre conceptos, tan "nuestros", como responsabilidad, libre
albedrío, conducta, grupo. Será necesario entonces involucrarnos también en los nuevos discursos. O eso o esperar a que algunos políticos hagan una lectura interesada o manipulada de los avances científicos para recortar en derechos. Aunque sea un apasionado del tema, creo que esas mismas aportaciones de la ciencia solo serian aceptables si sirven para dar una atención más justa y humana al ciudadano, no para lo contrario.
De momento, y a la
espera de noticias, a mi todo esto me ha hecho dudar de algunas
certezas y explicaciones del ser humano que hemos dado como ciertas
hasta ahora. Yo no se tú, pero mientras más leo a gente como Pinker
o Eagleman, miro a los ciudadanos que vienen a servicios sociales,
a mí mismo, con otros ojos.
* Este post es parte de
la charla que mantuvimos el pasado miércoles en el Consell Comarcal
de La Selva, con trabajadores y educadores sociales de los Servicios
Sociales. Entre otra bibliografía, los ejemplos que explico aquí están sacados de dos libros: Incógnito, del neurocientífico Davi Eagleman y , Cómo funciona la mente, de Steven Pinker
_________
* Apunten en sus agendas la obra de teatro De cartones y hombres, el 7 de junio en la Sala Almazen. La semana que viene les cuento las buenas críticas que está teniendo esta pequeña joya de mi brother, Rafa Sánchez.
3 comentarios:
Hola Sera
Somos alumnos del Grado de trabajo social de la UdL y hemos estado trabajando sobre el post en pequeños grupos. Aquí van nuestras reflexiones, críticas y preguntas:
1.En el texto aparece la frase: "Nos hace creer que somos nosotros los que decidimos. Nos hace creer que nuestro "yo" consciente es el que manda". A partir de esta reflexión del autor nosotros nos preguntamos: Si inconscientemente es como tomamos la mayoría de nuestras decisiones, para que intentamos mejorar nuestro "yo consciente"?
2. Creemos que la neurociencia es claramente compatible con los Servicios Sociales, además de parecernos verdaderamente interesante. Ahora bien, también creemos que es un campo bastante desconocido y que antes de pasar a implantarlo en nuestra área profesional deberíamos estudiarla mucho más.
Esto nos aportaría a nuestra profesión poder implantar criterios razonables en nuestras intervenciones, además de aportarnos herramientas a la hora de poder entender determinadas conductas de nuestros usuarios.
3. No creemos que todo lo expuesto en el artículo sea falso, pero tampoco creemos que la neurociencia sea la razón de todo. Creemos que esta ciencia aún tiene que evolucionar mucho más para poder encontrar otras justificaciones más racionales a los comportamientos humanos.
4. Creemos que lo que se expone en el texto es totalmente cierto ya que nuestras decisiones están determinadas por muchos factores. Si es cierto que la complejidad del cerebro es muy elevada y podía tener razón (la neurociencia) pero a la vez creemos que al ser una ciencia tan novedosa debería estudiarse más. No vemos directamente relacionada la neurociencia con los Servicios sociales.
5.5. Nos parece interesante, que finalmente se inicie una línea de trabajo entre el mundo científico y el mundo de las ciencias sociales y los servicios sociales en su intervención. La teorización, reflexión y afán de mejora, siempre son positivos. Aunque tenemos algunas dudas en relación al texto:
- Comentas que no es fiable reducir los servicios sociales a indicadores y criterios pero los resultados que la neurociencia aportará no serán sino datos e indicadores puros? así mismo, comentas que Pinker no es determinista, pero tal y como hemos expuesto un test o una prueba no ofrece un resultado determinista?
-Aceptar el resultado que la neurociencia puede aportar a los servicios sociales sea positivo o negativo forma parte del juego, no solo si nos asegura resultados a favor.
-Ya que en la actualidad el tema comunitario ha tomado mucha fuerza, qué aportaciones puede proporcionar algo tan individual como el estudio neurocientífico de una persona?
6. ¿Cómo una explicación científica puede definir las relaciones familiares si cada individuo es distinto?
Si desde el trabajo social se defiende que se debe tratar a cada usuario de manera individualizada, ¿Cómo pueden seguirse explicaciones científicas que lo que hacen es definir un patrón de conducta que nos hace a todos iguales?
7. ¿Puede la neurociencia estandarizar aún más la percepción sobre la persona?
8. Creemos que complementar la intervención social con la neurociencia nos daría una mayor credibilidad y nos igualaríamos tomando más fuerza frente a otras disciplinas.
9. Nos surge la duda sobre si el usuario no tiene responsabilidad sobre sus actos, ¿con qué o con quien se va a intervenir? No siempre podemos modificar el medio…
GRACIAS!!! esperamos tus respuestas!
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