jueves, 12 de marzo de 2015

EL TEATRO Y LA TÍA DE CUENCA





Alaska, 12 de marzo de 2015,

Una vez Paco Rabal rodaba una escena en la que acababa de matar a alguien. Por lo visto su interpretación era demasiado "intensa" y Buñuel, que lo dirigía, estaba frito. Rabal decía que era normal, su intensidad, que acababa de matar a un hombre, que algo tendría que pensar para hacer su personaje y patatín, patatán. Buñuel le preguntó si tenía alguna tía en algún pueblo. Sí, contestó Rabal, en Cuenca. Pues piense en su tía de Cuenca cada vez que ruede esta escena. 

Albert Boadella cuenta una anécdota cuando estaban representando con Els Joglars el montaje Alias Serrallonga, sobre la vida de un bandolero al que acaban matando en escena. En aquella representación hubo un error con la carga de los trabucos que podía haber sido mortal. Al actor principal le dispararon en la escena cumbre, pero de verdad,  y le perforaron el pulmón. Boadella, que miraba la escena desde el público sin saber qué estaba pasando, manifestaría después que era el día que peor se había muerto el actor. No bromeaba. La cruda realidad, encima de un escenario, no funcionaba tan bien como la realidad teatral.

He pensado en estas dos anécdotas no tanto por lo que significan de diferencias y parecidos entre el cine y el teatro, sino por su categoría de anécdota. Todo, hasta lo más trascendente, tiene su bambalina. Cualquier espectáculo vivo se pasea entre la grandeza, la miseria y sus gradaciones. 
A veces, cuando estoy dirigiendo o escribiendo y  estoy más perdido que Carracuca, pienso en Paco Rabal y su tía de Cuenca y me relajo. O cuando estoy nervioso antes de que salgan las tres actrices al escenario, o directamente acojonado, pienso en el Madrid, y en Cristiano Ronaldo. Si todo un Real Madrid, me digo, con la pasta que invierte, es capaz de cagarla, entonces todos tenemos derecho a fallar. Los nervios no tienen que ver con vosotras, Sonia, Tricia y Ángela. Vosotras estáis fantásticas y yo soy un tío afortunado. Soy yo. Me pasa con el Alaska, cada vez que  Rafa sale al escenario, y la hemos hecho cien mil veces y él la clava como un reloj suizo. Sí, Sonia, ya sé, tengo que fluir más. 

Así estoy, intentando pensar en la tía de Cuenca del gran Paco Rabal, para quitarle un poco de trascendencia a todo. El sábado vienen a ver la obra mis padres y un buen trozo de mi familia. Vienen a Barberà que, junto con Badia, es el lugar donde me  hice un hombre (¡toma ya!, ejem, ¿quién dijo trascendencia?). No hace falta que os cuente lo que eso significa, fijaros en el nombre que le hemos puesto mi hermano y yo a la compañía. Freud se pondría las botas. 

Ha pasado un año desde que estrenamos El año del cerdo en Barcelona y es, en muchos sentidos, como si se cerrara un círculo. Sé que pase lo que pase mi padre se va a levantar al final de la obra y va a lanzar sus ¡BRAVO!, diga lo que diga Freud, con esa voz huracanada que tiene. 

Sí, vale, juego en campo propio, pero  estoy acojonado y feliz. 


El año del cerdo se representa  el sábado en el Teatro Municipal de Barberà del Vallès.
Alaska 2099 se representa este viernes, en la sala de teatro Almazen. (Barcelona) 

Foto: Ensayo de el cerdo en el TMC de Barberà del Vallès. De Tricia. 

2 comentarios:

marti vidal dijo...

para suerte la mia ayer me pase por el almazen,sin tener ni puñetera idea de lo k hacian(mi intencion era ver clown)y me tropece con alaska 2099 ,1 hora de teatro con buen ritmo ,de reflexion trepidante , CHAPEAU

Quique dijo...

Muchas gracias Marti!