lunes, 5 de mayo de 2008

DE MÁQUINAS Y DE HOMBRES

El mundo profesional se divide entre aquellos a los que les gusta tratar con máquinas y aquellos a los que les gusta tratar con personas. Los primeros (informáticos, operarios, dentistas) suelen mirarme con cara de conmiseración y dicen, acerca de mi trabajo: "uf...yo no podría". Yo los miro, y me los imagino encorvados, casi ciegos, con los dedos deformes de tanto darle a un botón.
También podría contestarles con un sincero, "yo casi tampoco puedo", pero mi trabajo me gusta. Si cobrara un poco más sería fantástico. Es cierto que escuchar cansa (ya lo comenté hace días), pero también es cierto que tengo un trabajo que me permite conocer a tipos como Pedro, un padre que ya murió, que cuando le entrevistaba era capaz de rellenar diez folios de estadísticas, garabatos, diagramas y esquemas para demostrarme lo buen padre que era. O Antonia, que había llegado a tener treinta perros en su casa y que me decía que ella entendía a sus perros "porque las personas son como los perros" (y yo me guardaba de corregirla porque creo que ella quería decir lo que decía y viceversa), O a Francisco, que se bebía todo lo que encontraba, cuya coletilla favorita era que él no hacía esto ni aquello "...ni harto de vino". O a Mohamed , que llegó sin nada, escondido en los bajos de un camión, y ahora es un excelente y próspero paleta, o a Juani, que después de pasar por un centro de protección y por una familia que era un desastre, prepara ahora las pruebas de acceso a la universidad.

Sí, es cierto que nuestro trabajo a veces es desagradable. Cuenta el periodista Enric González en su libro Historias de Nueva York, que había un tipo en Manhattan, allá por el año 1800, cuya especialidad consistía en decapitar ratas con los dientes a cambio de unos centavos. "Cuando mi trabajo me parece desagradable, pienso en el suyo", dice Enric. En nuestro trabajo el riesgo es diferente. Oye uno, al cabo de los años, tantas vidas destruidas que hay un cierto riesgo en relativizar la propia y decir siempre un conformista "pues, visto lo visto, tampoco estoy tan mal". Así que tiene uno que hacer el esfuerzo en pensar que eso que oye no suelen ser historias cerradas, que su trabajo consiste en conocer sólo un instante, que suele ser el peor, en la vida de mucha gente. Somos educadores de paréntesis.


En fin, decidir si se quiere trabajar con las máquinas o con los hombres no es un asunto baladí. Un problema que se encuentra uno en la vida cotidiana es que hay excelentes comunicadores, condenados al silencio de un trozo de hierro y otros, que serian felices dándole a un teclado o a un botón, que se sientan detrás de mostradores o de mesas, condenados a oír las historias de la gente.

9 comentarios:

CRISTINA dijo...

No es para nada incompatible, Quique.
A muchas personas de "letras" no les gustan las máquinas, pero a muchos que tenemos una formación técnica o científica nos encantan otras cosas más "humanas", incluido el trabajo con personas.

Lo chulo es captar un poco de mundos en principio tan incompatibles.
A mí por ejemplo me encantan los paneles de control de las Subestaciones Eléctricas y la poesía de Cernuda, por ejemplo. Y no soy la única...

Quique dijo...

Hola Cristina. Tienes toda la razón.

De hecho, seguro que hay un montón de profesiones en la frontera entre esos dos mundos: Una cajera de un super, por ejemplo.
Pero hay profesiones paradógicas. Un escritor, por ejemplo, persona de "letras", én una profesión solitaria de máquinas.
Mientras que un buen periodista lo es de hombres ¿no?
Yo mismo, cuando hago informes o cuando hago entrevistas.

Elucubraciones.

Unknown dijo...

Hola Quique! Yo desde luego desde bien niña tenía claro que lo mío eran las personas, y hoy en día lo sigo diciendo, es cierto que a veces te encuentras con momentos fatales, pero incluso en esos no dudo en seguir, por lo menos por ahora, no he trabajado más que con plasticos una vez y un día, jejeje, antes de entrar en la comunidad terapéutica cuando regresé de las prácticas de Cuba, y desde luego me di cuenta de lo que ya sabía que eso no era para mi, por suerte para mi en ese primer día de ese trabajo, mientras almorzabamos, recibí una llamada de la comunidad terapéutica ¿Quieres trabajar con nosotros? SIIIIIIIIIIIIIIIIII y a los tres dias empezaba para hacer una sustitución de dos meses y ya llevo cuatro años, y encantada...

Saludos

peponita y venus dijo...

Hola, gracias por tu visita. He estado leyendo este post y me gustó mucho. Yo soy más de escuchar que de opinar cuando me cuenta un problema y cuando me dicen por qué no opino, siempre digo que ante los problemas hay gente que no quiere que les digas lo que deben hacer, sino simplemente sentir que alguien los escucha. Y aunque parece una tontería, no es fácil, es verdad que cansa mucho. Un saludo

Lucía Azanza García dijo...

Hola Quique!
Entiendo perfectamente a qué te refieres con máquinas y hombres.
Yo empecé trabajando con máquinas (estudié Ingeniería)y salí corriendo de ese mundo. Por una parte es interesante saber cómo funcionan las cosas, pero a mí me creaba mucho vació.
Así que di un giro completo a mi vida, y ahora trabajo con personas, y aunque haya momentos duros, creo que merecé la pena, por lo menos no me voy a casa con la sensación que me iba antes (tal vez sea una postura egoista, pero es así).

De todas formas, hay profesiones que dentro de ellas se elige si trabajas con máquinas o personas, no hay nada malo en ninguna de las dos, simplemente cada uno tiene que encontrar su sitio y sentirse cómodo. No es cuestión de letras o ciencias (eterno debate).

Un saludo.

Anónimo dijo...

Realmente me duele mucho , cuando la eleccion final, no viene marcada por parametros puramente profesionales o vocacionales, y si por la aborgine economica que nos rodea (Hipotecas, les suenan???).

Uno de mis mejores amigos, psicopedagogo él, ejereció durante año y medio. Ahora lleva 7 años en una fabrica de operario, para procurar un futuro a su hijo y pagar las letras. No tuvo mas ocasiones de proseguir....

PD: Cristina tienes mucha razon en lo que dices, pero me parece entender en Quique, que en ocasiones nos encontramos con trabajadores de lo social (trabajo con personas), que parecen mas bien forzadas, y actuan como si estuviesen entre maquinas.

Ginebra dijo...

Yo ayer estuve toda la mañana tratando con personas y acabé agotada (y harta, más que harta).

Anónimo dijo...

a mi sin duda... me gusta trabajar mas con personas.. que con maquinas
:) saludosss

Quique dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. Asier, sí, iba un poco por ahí.