miércoles, 23 de julio de 2008

EDUCADOR DE VERANO (parte 5): EXPEDIENTE X

Teresiña, trabajadora social y mitad del equipo, ha regresado de su viaje por Escocia, un país europeo. Vuelve nueva y radiante, como vuelve casi todo el mundo de las vacaciones.
Ha sido darnos dos besos y me ha puesto a ordenar el despacho. "Quique, no te puedo dejar solo".
Esto del orden es siempre relativo. Lo que ella considera un desastre, yo lo veo como un orden dentro de mi caos (va a ser que veía demasiada serie Cosmos, de mi admirado Carl Sagan).
Pero la Tere tiene razón, para que nos vamos a engañar. A veces me escudo en que primero son las personas que los papeles, pero eso no es excusa para tener la mesa como la tengo. Así que mejor me callo no vaya a ser que reciba un collejón.

El verano es una buena época para darle una puesta a punto al archivo antes de que vuelva el curso. Nuestro archivo es un viejo mueble de metal, de esos ruidosos, con dos puertas que se abren de par en par. Un día de estos va a reventar de expedientes.

Cada expediente corresponde a una familia. Carpetas de cartón llenas de papeles rebosantes de letras repletas de historias. En los tiempos de Internet parece mentira que una familia pueda acumular esa cantidad ingente de papel: informes de Infancia, diligencias judiciales, apuntes a boli, declaraciones de renta, registros de entrevistas, certificados de convivencia, sentencias de separaciones, denuncias, órdenes de alejamiento, informes de becas, fotocopias de libros de familia, cartas, anotaciones de teléfono.

Hay expedientes abombados de tanto papel que acumulan. Yo los llamo "tochos". Son los casos "estrella" de servicios sociales. A menudo dan cuenta de más de una generación. Uno los ve y no puede evitar cierta pesadez, cierto sentimiento de fracaso.
Otros son delgados, ligeros, pim pam, una persona que pasó fugaz, pidió ayuda, asesoramiento o lo que fuera, se le dio, gracias, de nada, es mi trabajo.

Cuando vamos a trabajar en una nueva población y antes de atender a una persona, leemos antes el expediente para hacernos una idea. Da un poco de pudor, pero con los años el pudor se supera. Un expediente es como una mala novela basada en la realidad. Te imaginas a los personajes, tienes siempre la tentación de juzgarlos, pero cuando los tratas en carne y hueso siempre hay algo que no acaba de cuadrar. Supongo que es normal. Creo que nadie que leyera su expediente se vería reconocido. No deja de ser nuestra historia contada por extraños.
Por lo demás las historias, aún las más retorcidas, tienen elementos comunes. Los humanos nos parecemos demasiado.

Los expedientes suelen estar sobrevalorados. Como reflejan la intervención de equipos multidisciplinares, tienen la pretensión de explicar TODO acerca del sujeto: lo psico, lo bio, lo socio. TODO.
Existe la tentación de pensar que un expediente es la vida de alguien. Ni hablar. Son sólo huellas, retazos hechos en un tiempo muy concreto. Después, la vida sigue, afortunadamente. Para ellos y para mí.

Arreglando el archivo se me va el santo al cielo. No me cunde. Me pasa como cuando arreglaba de niño mi habitación, que me entretenía con cualquier papel, antes de decidir si lo tiraba o no. Teresiña me mira condescendiente; "Quique, espabila que nos van a dar las tantas".


Alaska, 24 de julio de 2008

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Je, qué bueno. Me he sentido super identificado con vos.

Excepto en una cosa: no me gusta leer mucho al principio de una familia al comenzar. Prefiero mantener una entrevista con la TS que me lo pasa y leer una pequeña ficha con la probelmástica que, según ella o el recurso demandante-derivante, el o la menor - familia presenta.

Luego, así, virginal casi, empezamos a sacar las interpretaciones propias.

Pero incluso en los casos ya conocidos que se reabren y que, por ejemplo, han trabajado ya compañeras con anterioridad, prefiero no leer lo que éstas han recogido en el expediente hasta el de dos o tres encuentros con los miembros de la familia.

Un saludo!!

Meiga en Alaska dijo...

Mi experiencia es como la de lucce ahi arriba. Yo era totalmente reacia a leer el expediente antes de conocer a la persona. De hacerlo así, hubiera estado viendo a la persona con otros ojos antes de hacerlo con los míos. Y la experiencia me ha enseñado que es posible trabajar mucho más en profundidad con alguien si no tienes la expectativa externa de que "no hay por donde cogerlo," por poner un ejemplo...

Tus historias siempre me traen recuerdos de mi vida laboral... y me gusta que me ayudes a sentir morriña de algo de lo que estaba totalmente quemada cuando lo dejé a un ladito.

Besos

Anónimo dijo...

Mientras te leía, pensaba en eso, en lo que tardo yo en ordenar mi habitación. En reencontrarte con casos de hace tiempo, recordar, ponerte a pensar... y al final el orden del caos pasa a un desorden de tiempo y memoria. Yo arreglo mi habitación poco... que menudas cosas me escondo para encontrarlas después.

Anónimo dijo...

Ei xavalote!
Hacia tiempo que no me pasaba por aquí.
Bueno solo saludo des de tierras sudamericanas, ok?
no tengo mucho tiempo, pero seguimos en contacto!
Besos.
Chao.

Tina.

http.//info-social.blogspot.com

http://argen-tina.blogspot.com

Quique dijo...

Hola lucce y meiga. Una buena práctica dejar el expediente como algo que complementa la información.
Hola fusa, ya veo que nos pasa lo mismo.
Saludos Tina.

Anónimo dijo...

Quique, tienes algo en mi blog. Pasa a recogerlo.