martes, 2 de febrero de 2010

LA TELE, ESA M.


Alaska, 2 de febrero de 2010,
Una vez, hace mucho tiempo, dejé de ver la televisión durante dos años. Mejor dicho, la relegué a un sitio de mi casa donde no había la posibilidad de enchufarla. Fue por decisión propia, sin ninguna justificación pseudoalternativa. Porque me dio la gana . Una decisión casi suicida, lo sé. Recuerdo, aunque suene a previsible, que en ese par de años me leí a Janet Malcolm, a Oliver Sacks y a casi todo Kapuscinski.
Por increíble que parezca, no la eché de menos, a la televisión digo, y eso que no existía el facebook. Por eso entiendo a David Mamet cuando dijo en una entrevista: “Creo que los niños no deben ver la televisión. Y sanseacabó (…) Si uno no ve la televisión, puede aprender a hacer algo como tallar madera o incluso leer”.
La televisión es una mierda. Hay excelentes programas como Redes, Españoles en el mundo, El Hormiguero o Los Soprano, pero eso no es la tele. Que no. La tele es otra cosa. La tele es eso que se pone al tun tun, zapeando compulsivamente mientras te alienas amodorrado en el sofa. La tele es esa que nadie ve, pero que todos ven. Esa pérdida de tiempo. Esa zafiedad, ese griterío, esa basura, ese desparrame hormonal, esa locura. Ese bálsamo después de un duro día de trabajo. Ese descanso. Esa delicia, esa terapia, esa alegría. La tele es una maravilla.

Ahora la tele ha vuelto a ocupar su lugar central, porque no sé vivir sin ella, pero aquellos maravillosos años sin televisión fueron una de las experiencias más revolucionarias a las que un hombre occidental del siglo XXI puede aspirar hoy día.
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Hablando de la tele, al periodismo infantil de Samanta Villar le salen competidores. Antena 3 prepara un programa con personajes famosos que se disfrazan de pobres y van husmeando por ahí los container de basuras o tapándose con cartones.
Cuando yo empecé a estudiar educación social, había algunos compañeros que decían que era muy importante haber vivido antes, en tus carnes, situaciones con las que tenias que trabajar después. Poca broma, hablaban de drogas o de pobreza. Yo, que era un tierno estudiante,  me preguntaba dónde coño me había metido. Yo, un burgués de clase media baja (mucho más baja que media), atleta, fumador ocasional, que sólo aspiraba a ganarme la vida con un trabajo decente. Con el tiempo comprendí que lo único que querían esos valientes era elevar a la categorìa de Teoría sus experiencias personales y de paso ahorrarse la lectura de unos cuantos libros.
Respecto a la Mazagatos, Marichalar y compañía que hagan lo que les de la gana. Con lo fácil que es no verlos. Esos reality se alimentan también de la crítica, así que por lo que a mí respecta se pueden meter sus jueguecitos de niños bien y sus buenas intenciones donde les quepa.
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Médicos en Haití. Dos formas de ver lo mismo. (aquí y aquí).




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Cuaderno de gira de Rafa Sánchez (3). Benicàssim  y Valencia.
 Ha sido otro fin de semana intenso. El viernes, en el Teatro Municipal de Benicàssim, fue emocionante. Es un teatro que conozco bien, pero...sigue 

Ilustración:  Jordi Alba

5 comentarios:

Anónimo dijo...

yo también tengo esa ambiguidad con la tele.
Felicidades por la obra. A ver si venís por tierras gallegas

Rosa Chover dijo...

pues yo tengo que confesar que intento desesperadamente que mi hijo, de algo más de año y medio, se enganche a la tele y nos deje vivir de tanto en tanto, llámame frívola... o algo peor...

Quique dijo...

Manuela ¡inconsciente! jajaj. Reconozcamos que Mamet, como buen teatrero, dramatiza un poco.
De todas formas, no me convencerás de que el visionado de Epi y Blas por parte de nuestra clase política actual, no ha tenido nada que ver en la crisis económica actual.

Asier dijo...

No seas tan atrevido querido Quique. Comparar a Epi Y Blas con algunos de los actuales dirigentes politicos, es faltar al respeto y menospreeciar a esos dos amigos entrañables de Barrio Sésamo.

Firmado Super Coco.

Quique dijo...

Asier, si por lo menos hubieran escuchado bien a la rana Gustavo..badabadá...