jueves, 24 de diciembre de 2020
ZIZEK VS PETERSON
miércoles, 2 de diciembre de 2020
TODA UNA VIDA.
Alaska, 2 de diciembre de 2020
Tenemos la obligación de saber sobre nuestros padres. Mis tres hermanos y yo les hemos preguntado mucho y nos hemos acercado bastante, aunque sabemos que hay un ángulo ciego, algo inalcanzable en sus biografías. Ana y Serafín, inquilinos de la periferia, la nueva obra de Factoría Los Sánchez y La Nave Va, cuenta la historia de mis padres. De Córdoba a Barcelona, en tiempos del hambre, todavía sin hijos, hasta que se instalan definitivamente en Benicarló, ahora hace dos años, coincidiendo con la incipiente demencia de mi padre. La juventud, la familia, el viaje, la vejez. Una pequeña epopeya vital compactada en una hora. Hay un momento en la obra en que mi padre se hinca de rodillas y grita ¡Tierra! El público aplaude. El piso que le han concedido en Ciudad Badía (ahora Badía del Vallés) significa abandonar la miseria de la barraca del Carmelo donde viven. Parece que han encontrado al final un lugar en el mundo donde quedarse: ¡Un piso! Ese grito metaforiza uno de los episodios más imborrables que recuerdo de mi padre cuando yo tenía nueve años: la primera y única vez que le he visto llorar. Hacia el final de la obra vemos una imagen surrealista y no es una metáfora: el 21 de octubre de 2019 cae un balcón de un quinto piso en Badía. El balcón destapa una situación dramática: Badía es la ciudad con más amianto de España. El amianto quizás pueda ser una herencia del franquismo, pero no es el único ránquing que lidera. También es la ciudad con más paro y con la renta por habitante más baja de Cataluña. Mis padres consiguieron irse de Badía antes de que las barreras arquitectónicas les impidieran salir a la calle. Otros viejos no salen nunca porque de la puerta de su casa al ascensor hay unos tramos de escaleras insalvables. Para muchas personas, antes y ahora, la tierra prometida siempre fue un fake.
Ana y Serafín. No se la pierdan:
-Del 9al 12 de diciembre, 20h, en la sala Badabadoc (Festival Catbasur).
-28 de enero Teatro Principal de Castellón.
miércoles, 13 de mayo de 2020
SERVICIOS SOCIALES Y UN MINISTRO FRANCÉS
El último post de este blog data del 3 de octubre de 2018. El 22 de noviembre nació mi hijo Gabriel. Como le comenté a mi colega Raúl, de Educablog, hace unos días (si quiere ver la charla en Youtube, aquí) quedaría feo que le echara la culpa a mi hijo de mi indolencia. Gabriel ha tenido algo que ver, claro está, pero solo en la medida en que es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Intentaré ser breve, que es mi primer post después de mucho tiempo y no quiero tener agujetas.
Cuando la situación económica mejoró, diez años después, empezamos a tener un poco más de tiempo para otras cosas. Hasta hoy. Es posible que volvamos a tener el encargo de la gestión de las ayudas y de las situaciones más precarias, con pocos recursos, poco concretos y con poco tiempo para ocuparnos de nada más. La realsocietik. No sé lo que vendrá, solo sé lo que pasó. Suficiente tiempo en ellos para saber que la marca de Servicios Sociales es la no concreción y la precariedad. Es así y creo que continuará siendo así. Cuando lo asumes aprendes a trabajar en la incertidumbre. También esa década me ha servido para saber (ya lo intuía) que los cambios en este ámbito vienen siempre de abajo a arriba. Viene de técnicos que trabajan en la "clandestinidad", es decir, más allá del encargo asistencial, para denunciar situaciones, hacer visible lo invisible y hacer cosas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Pero sobre la clandestinidad, que ya comenté un poco con Raúl, hablaré en otro post.
Iba a terminar pero he leído la entrevista que publica el País al ministro de Educación francés, Jean_Michel Blanquer. Lo primero que pensé el leerla es: lo que le va a caer a este hombre. Sobre todo por la izquierda, siempre tan estupenda. Su decisión de retorno a las aulas puede ser buena o puede ser pésima, veremos. Pero más allá de su decisión respecto al retorno, me han parecido muy interesantes y valientes algunas respuestas. Al menos en boca de un ministro. Su afirmación, obvia, aunque en los tiempos que corren casi revolucionaria, de que ese tipo de decisiones corresponde a los políticos, no a los científicos. Su compromiso con el interés general aunque eso le signifique buscar soluciones poco cómodas (lo contrario del populismo, ¡equiliquá!). Su compromiso con los niños más vulnerables y en riesgo de abandono escolar (por lo que sé, tendrán prioridad sobre otros en la vuelta a las aulas). El argumento social como decisivo ("el confinamiento obligatorio ha agravado las desigualdades y alejado a una parte del alumnado del sistema educativo"). La importancia de la escuela para el Estado. El respeto a los padres que quieran llevar o no a sus hijos en estos momentos. Y también la sinceridad y valentía con la que afronta el peso del argumento económico en su decisión. Porque hay que ser muy rico o tener la vida muy asegurada para decir que, de todo lo que está provocando el coronavirus, el paro y la pobreza que genera son temas secundarios.
miércoles, 3 de octubre de 2018
10 AÑOS DE ALASKA
El 5 de octubre volvemos al Almazen. Nos vemos en el teatro.
Foto: Vicente A. Jiménez