En la última entrevista, la señora Remedios amenaza diciendo que irá a la tele, a explicar su caso. Lógico, es mucho más sencillo eso que asumir sus responsabilidades.
Pero se equivoca eligiendo a la televisión como medio de denuncia. Por qué su caso no irá a parar a un programa informativo serio. Los programas que le darán voz sólo la utilizarán como carnaza. Presentadores que se hacen llamar periodistas la interrogarán con cara de benefactores de la humanidad. La beneficencia y la solidaridad es la falsa coartada que utilizan. Si fueran verdaderos periodistas irían hasta el final, pero ¿estos?, ¡que va!: sólo quieren rellenar cinco minutos de algún programa barato que da mucho beneficio.
Lo saben los que hacen este tipo de programas y lo sabe el público que los ve. Los únicos que no parecen enterarse de su papel en el espectáculo son sus protagonistas.
Pero se equivoca eligiendo a la televisión como medio de denuncia. Por qué su caso no irá a parar a un programa informativo serio. Los programas que le darán voz sólo la utilizarán como carnaza. Presentadores que se hacen llamar periodistas la interrogarán con cara de benefactores de la humanidad. La beneficencia y la solidaridad es la falsa coartada que utilizan. Si fueran verdaderos periodistas irían hasta el final, pero ¿estos?, ¡que va!: sólo quieren rellenar cinco minutos de algún programa barato que da mucho beneficio.
Lo saben los que hacen este tipo de programas y lo sabe el público que los ve. Los únicos que no parecen enterarse de su papel en el espectáculo son sus protagonistas.
Lo peor de la televisión no es la cantidad de programas en los que nuevos famosos destripan sus propias vidas. Al menos ellos lo hacen a sabiendas y reciben el cheque a final de mes. Lo peor es cuando la tele se viste de solidaria y manda a sus periodistas de investigación (así les llaman) a buscar monstruos para su circo. Ni pretenden cambiar la realidad, ni denunciarla, ni tan siquiera contarla, que tendría que ser su trabajo. La realidad no les interesa un pimiento. En su “periodismo” no hay preguntas, ni mucho menos trabajo de investigación. No existen esos fastidiosos inconvenientes, entre otras cosas porque implicaría trabajar un poco. Tampoco hay responsables en sus reportajes: El poder, la crítica al poder, es la gran ausente. No porqué sea un tema poco interesante, es sólo que el poder es poderoso y te puede meter una querella.
Es este un periodismo cobarde, basado en grabar al pobre que más grita. Esa clase de reportero no hace ascos al enfermo mental, ni al desahuciado, como parte del espectáculo. Se ríe de él, le pone el micrófono, lo exprime y lo tira a la basura.
Ahora, una intrépida reportera juega a ser carnaza durante 21 días. En vez de hacer bien su trabajo, que sería indagar en el ¿qué? ¿quién? ¿cómo? ¿cuándo? y ¿dónde?, va y se disfraza de pobre. No la culpo, el siéntase pobre por un día siempre ha sido y será una diversión de las clases altas.
Samanta Villar, la reportera, no marca distancia alguna. La distancia profesional, la única distancia honesta: la del día 22. La base de su trabajo es jugar a que no hay distancias. En lugar de eso se dedica a su pseudoperiodismo mentiroso y nos viene a decir: “soy uno de ellos”, aunque ni ella mismo sepa qué significa eso. Es la telerrealidad y en ese juego juegan todos. Ella y el estereotipo. Ellos jugando a que es una de ellos. Ella fingiendo que no lo sabe.
Ahora la intrépida reportera está imputada en un robo durante un reportaje. Por supuesto, ella, que puede ser intrépida pero no tonta, alega que estaba desempeñando su trabajo y que no sabía lo que estaba pasando en realidad. Vaya con la niña, le ha visto las orejas al lobo y se ha vuelto a poner el disfraz de periodista. "Uno de ellos", ¡JA!.
El objetivo de la cámara se está convirtiendo en un artefacto peligroso. No cuando capta la realidad, sino cuando la fabrica. El pueblo está aprendiendo a actuar ante el periodismo de carnaval . El hombre de hoy no tiene miedo a la cámara y hace cosas que no haría nunca fuera de foco. A veces esas cosas son inocentes: llorar como una magdalena. Otras pueden ser un poco más peligrosas, como patear la cabeza de alguien. La vida como plató. La tele está jugando con fuego, pero no le importa: el share paga las indemnizaciones. Patear y salir en youtube. Patear en prime time.
Espero que la señora Remedios no vaya a la tele. Preferiría, no por mí, sino por ella, que si se tiene que quejar se queje allí donde de verdad la escuchen: en el Defensor del Pueblo, en las cartas al director, o en una denuncia donde pertoque, por ejemplo. También la educación es enseñar a quejarse bien.
Pero en la tele sólo le van a chupar su intimidad. ¡Y gratis!
5 comentarios:
Y una vez más, ¡¡qué razón tienes!!
Un análisis acertadísimo de ese "periodismo de investigación" tan sucio, tan de espectáculo, tan falso.
Saludos.
sí, tienes razón, pero a veces la tele cumple su papel, y denuncian casos sangrantes y surte su efecto sacarle los colores a la gente en la tele, precisamente porque lo que sale en la tele es lo que ve todo el mundo, no tiene Jordi Mollá una peli donde el mensaje es que lo que no está en la tele no existe?
lo siento Manuela pero creo que lo que tu dices que a veces la tele cumple su papel, también se puede llegar a cumplir de otras maneras, más costosas sí, pero es por esos caminos por los que hay que luchar para conseguirlas, para que no haya degradación de la persona y para que cada institución cumpla su cometido como es debido... mi opinión claro...
un saludo, Quique, como siempre muy de acuerdo con tu post!
Yo trabajo con una chavala que siempre me dice que soy como la del diario de Patricia. Todavía no me he atrevido a preguntarle si eso es malo o bueno.
Pienso igual que tú. Recuerdo una época que Crónicas Marcianas tenía una sección de entrevistas a "frikis" que en realidad en su mayoría eran enfermos mentales, siempre pensaba cómo podían llegar a ellos con tanta facilidad. Un libro me aclaró el mecanismo de estos programas "mírame tono" de Mariola Cubells que fué guionista durante años de realitys de canal 9, tv de Valencia.
Una errata: el libro se llama "MIRAME TONTO" de Mariola Cubells.
Saludos
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