Alaska, 29 de diciembre de 2011,
Me había quedado en el solomillo. J y yo discutíamos con contundencia, como discuten los amigos cuando el tema les interesa y hay confianza. No recuerdo todo el hilo de la conversación, pero si recuerdo que, en un momento de esta, J me dijo que si la ciencia, tal como pretendía, reducía al ser humano a sus genes, entonces no dejaba ningún lugar para la educación. Ummm, pensé yo, relamiéndome: ahí está, ahí está, resumido, un equívoco de la educación social. Ahí está, quizás, la causa de su divorcio de la ciencia durante años, de su mirada desconfiada. Quizás por eso (aunque eso lo pienso ahora, no durante la comida) profesionales tan buenos e influyentes para la educación social como J. R. Ubieto, psicólogo clínico y psicoanalista, puedan afirmar cosas como: "el cientificismo en boga apunta a la extinción de lo subjetivo en nombre de una programación genética o neuronal que dejaría al hombre a merced de su cerebro, único creador de nuestras vidas."
Decir que toda la ciencia es reduccionista es un pensamiento reduccionista.
Resolvamos, pues, el equívoco, aunque se nos enfríe el solomillo.
1). La ciencia reconoce la importancia del medio en el desarrollo de la personalidad del ser humano. Que se descubra un gen que predisponga a algo, o que explique alguna característica, no elimina automáticamente la importancia del medio. En todo caso añade información valiosa de cómo ese medio puede influir en la persona. Pero oigamos la voz, no de los supertacañones, sino del científico Steven Pinker: "Las personas a veces temen que si los genes afectan de algún modo a la mente, deben determinarla en todos sus detalles. Es un error, por dos razones. La primera es que la mayoría de los efectos de los genes son probabilísticos. (...) La segunda razón de que los genes no lo son todo es que sus efectos pueden variar en función del medio". Lo que, en cualquier caso, la genética y la neurociencia demuestran es que no siempre se puede culpar a unos padres o a la sociedad de las conductas antisociales de las personas.
Es paradójico que no sean tanto los científicos los que desprecien la influencia del medio, sino al contrario: son las disciplinas sociales, como la educación social, las que suelen despreciar los avances científicos en genética o psicología evolutiva. De hecho, también hay un reduccionismo o determinismo social, tan o más peligroso que el científico: aquel que propugna que "lo social" lo puede todo y todo lo explica.
2) Los avances actuales y futuros en genética no hacen ni harán a la persona irresponsable de sus actos. Igual que no consideramos irresponsable de sus actos a un delincuente, aunque se haya criado en un medio desfavorable y eso pueda haber influido en su personalidad. Y es que una cosa son las doctrinas morales y otras las científicas. Donde y hasta donde una persona es responsable de sus actos es algo que pertenece al orden de las primeras, algo en lo que la sociedad en su conjunto se pone de acuerdo, no algo que pueda determinar la ciencia por sí sola. Los conocimientos que aportan las ciencias o las humanidades pueden influir en las doctrinas morales o en los valores, pero no los determinan.
Ya a medio solomillo, alguien comenta los riesgos de la ciencia, los riesgos de saber demasiado sobre nosotros mismos. Siempre que se habla de ciencia sus detractores suelen esgrimir el apocalipsis: la eugenesia, los experimentos frankensteinianos, etc.
Volvamos a Pinker (lo siento, es uno de mis científicos de cabecera) mientras yo saboreo el último sorbo de este excelente vino: " Hoy, muchos autores equiparan con todo convencimiento la genética conductista con la eugenesia, como si estudiar los correlatos genéticos de la conducta fuera lo mismo que coaccionar a las personas en su decisión de tener hijos. Muchos equiparan la psicología evolutiva con el darwinismo social, como si el hecho de estudiar nuestras raíces evolutivas fuera lo mismo que justificar la condición de los pobres". No, no es lo mismo por la sencilla razón de que los ideales políticos de la igualdad de oportunidades o de derechos son doctrinas morales sobre cómo hay que tratar a las personas, no hipótesis científicas sobre cómo son las personas.
"La cuestión no es si cada vez se va a explicar mejor la naturaleza humana con las ciencias de la mente, el cerebro, los genes y la evolución, sino qué vamos a hacer con estos conocimientos. ¿Cuáles son de hecho las implicaciones para nuestra idea de igualdad, progreso, responsabilidad y el valor de la persona?. Quienes desde la izquierda y desde la derecha se oponen a las ciencias de la naturaleza humana tienen razón en una cosa: se trata de cuestiones vitales. Lo cual es mayor motivo para que se afronten no con miedo y recelo, sino con la razón".
¿Queremos saber más sobre nosotros mismos?. ¿Más sobre porqué somos como somos y nos comportamos como nos comportamos, o preferimos mantenernos en la oscuridad? Yo lo tengo claro.
PD: El solomillo se enfrió irremediablemente, pero valió la pena; no siempre se puede discutir a la italiana, poniendo toda la carne en el asador, incluido el solomillo. Al final acabamos brindando todos, por nosotros y por la Navidad, demostrando, por si hacía falta, que una buena manera de respetar a las personas es discutiendo sobre sus ideas.
Feliz año 2012
a todos los lectores (lo cual incluye a las lectoras, ¿hace falta decirlo?) de este blog.
4 comentarios:
Feliz año, Sera!! Qué intensidad de comidas que se gasta usted, oiga... Y yo en mi comida con Educadores hablando de fútbol... Si es queeeeee... No puede ser.
A disfrutar!!
Jajaja, feliz año Lucce. No crea, en realidad fue una excepción. Y mejor que sea así, sino no hay quien disfrute del solomillo.
Feliz año!!
Afortunadamente lo veo tan claro como usted, Pinker y este otro científico, que no solo nos abre un inmenso abánico de posibilidades educativas sino que pone en la cúspide la subjetividad mas absoluta del mundo y las personas que en el habitamos .
“Nuestro futuro está abierto y en realidad no está predeterminado. El meollo de todo es la incertidumbre y la aleatoriedad”. Vlatko Vedral (físico cuántico)
Buen provecho compañero.
Me hubiera encantado estar en esa mesa.. de hecho me hubiera gustado ser el solomillo ;-)
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