Alaska, 19 de marzo de 2018,
Las cinco primeras ideas
aquí. Por cierto, que no se me olvide, el 6 de abril y el 4 de mayo son las útimas funciones de la temporada para ver, Educador social en Alaska, en la sala Almazen. Razón aquí.
Ahora sí, ¡Agua va!
6. Datos.
Hechos. Algún día alguien querrá hacer, urgentemente, deprisa,
deprisa, algún proyecto comunitario porque en su municipio los
jóvenes se drogan como en ningún sitio y la convivencia está a
punto de derrumbarse. Qué digo la convivencia, ¡la civilización!
Pienso en drogas y jóvenes porque es un clásico, pero hay infinitos
temas por los que correr desaforados. Calma. Paciencia. Quizás sea
verdad, pero lo más probable es que no lo sea. Seguramente los
jóvenes de su municipio se drogan más o menos como la media del
país y el sol seguirá saliendo por el este. Pida datos (¿Cómo?
¿Cuánto? ¿Dónde? ¿Qué? ¿Cuántos?) que le darán una
fotografía más fidedigna de la realidad y trabaje sobre eso.
Recuerde y haga recordar que las percepciones sobre la realidad no
son la realidad. Encontrará resistencias: tendemos a aceptar antes
las noticias negativas, aunque sean falsas (o precisamente por eso).
Y desde twitter, más. Además, delante de propósitos tan nobles y
universales (¡salvar la juventud!) cualquier matiz que se
introduzca, cualquier insistencia en los datos objetivos, hará que
parezca que es usted un insensible. Y mientras más noble sea el
objetivo último (¡salvar la juventud!) más insensible parecerá
usted. Ese tipo de coartadas hace que en grupo y en público casi
nadie se atreva a poner objeciones a la opinión de la mayoría. Pero
no hay buen trabajo comunitario sin un aguafiestas que se atreva a
preguntar: ¿Qué datos tenemos sobre eso? ¿Cómo podemos saber si lo
que estamos diciendo es verdad? ¿Cómo sabemos si lo que estamos
haciendo está bien hecho? Sin información, sin datos, el trabajo
comunitario es pura propaganda. Atrévase a ser el aguafiestas.
7. Un
bolet. En
Cataluña lo decimos así. Alguna actividad que se hace en el
municipio pero que cuando se ha acabado no ha dejado ninguna
impronta. Un bolet,
una seta, ahí, en medio del bosque, solitaria. Quizás un parche
sería la traducción más aproximada en castellano. Si quiere hacer
trabajo comunitario niéguese a hacer un bolet,
es así de sencillo. Esto significa hacer cosas que tengan una cierta
trascendencia, aunque sea modesta. No siempre es fácil y a veces
necesitamos ayuda exterior. Los profesionales y no profesionales que
operan o viven en un territorio no tienen porque saber todo de todo,
ni tener tiempo para todo y está bien la aportación de expertos en
el tema que sea. Pero que sean expertos comprometidos en implicar a
la comunidad, no en hacer bolets y marcharse. Por lo demás, creo que
es un error muy frecuente comenzar un proyecto comunitario poniendo
el acento en los recursos que faltan y no en los que ya existen. Nos
quejamos mucho de que nuestros jefes no valoran a los equipos. Pero
la mayoría de veces son los profesionales los que se menosprecian,
buscando recursos que ya tienen en casa. Un buen trabajo comunitario
pasa por potenciar los recursos que tiene la comunidad, y eso incluye
a los técnicos de esa comunidad. No hay trabajo comunitario sin
equipo. Y si tiene que venir alguien o algo, lo cual siempre es sano
y está muy bien, que sea un fuera de serie que nos aporte Valor. Con
mayúsculas.
8. El
trabajo comunitario no ahorra en trabajo individual, aunque a veces
sea uno de los motivos que se esgrimen para justificarlo. Hay una
cierta tendencia que veo en profesionales y en un tanto por cierto
importante de mis alumnos a creer que el trabajo comunitario es más
efectivo, más auténtico, que el trabajo de despacho (eufemismo con
el que suelen referirse al trabajo individual). Sería muy largo
explicar aquí por qué creo que ambos tipos de intervención, el
comunitario y el individual, se complementan y se necesitan, hasta el
punto de que no está tan claro donde empieza uno y acaba el otro. En
nuestro gremio, al menos en lo que se refiere a los servicios
sociales, la crítica al trabajo de despacho esconde una concepción
de la entrevista como un espacio donde solo se dispensan recursos
obviando que es una de las herramientas más potentes de nuestro trabajo
y de relación con el ciudadano. Anteponer el trabajo comunitario al
individual es renunciar al potencial educativo de un espacio como la
entrevista (se haga esta en el despacho o no, eso es lo de menos). A veces la crítica al
trabajo individualizado conlleva también una concepción determinada
de lo social. Es curioso como existe plena unanimidad en denunciar la
deriva asistencialista que ha tomado nuestro oficio, a la vez que se
defienden algunas perspectivas donde los problemas siempre son culpa
del Sistema y las soluciones a esos problemas siempre vendrán de la
comunidad, del grupo, o del propio Sistema. Un discurso donde la identidad del grupo pasa
por encima de la identidad individual y la anula. En esta concepción
la responsabilidad individual se diluye en lo colectivo, y también
se diluye la entrevista como uno de los lugares privilegiados donde
trabajar la responsabilidad. No se me ocurre nada más
asistencialista que eso.
9. Copiar y
equivocarse. La innovación social está muy bien, y yo conozco unas
cuantas personas que están innovando de verdad o, lo que es lo
mismo, buscando y a veces encontrando soluciones y respuestas desde
novedosos enfoques. Pero a veces la innovación no es tal y está
desnuda, como el rey. Y muchas cosas ya están inventadas, aunque se
digan en inglés. Así que, señoras y señores, si son ustedes más
artesanos que creadores, como un servidor, copien, copien sin cesar
de los sitios donde han hecho las cosas bien y les funcionan. Copien
de los que saben y presuman de ello. Y recuerden que ni todo lo nuevo
es bueno ni todo lo viejo es malo. *Incluir a personas de
otras disciplinas también es una buena manera de innovar. Qué
alegría y qué descanso oír a alguien alejado de nuestros decires
que no suelte 'empoderar' o 'sinergía' a cada paso.
10. Hacer
trabajo comunitario es buscar problemas. Si uno no tiene claro eso,
mejor no meterse. Problemas que están ocultos, problemas que no se
denuncian, problemas a los que se pone voz. Se está mejor calentito
en casa, o trabajando solo, para qué lo vamos a negar. Es lidiar con la comunidad. Es
hacer política. Es criticar al poder. Es salir al patio y mojarse. Juntarse con gente a veces es agradable y casi siempre es muy complicado. Y trabajar con la comunidad es llegar
a casa y decir para qué me habré metido en este berenjenal. Y
meterse en un follón como es hacer trabajo comunitario no siempre
tiene su recompensa y no siempre es tan bonito, aunque luego lo
inviten a uno, a mí mismo, a unas Jornadas de lo que sea y ponga su powerpoint de
fotos chulas con gente pasándoselo en grande y pintando murales. Está bien, pero suele ser más complicado que eso. Hacer trabajo comunitario es estar dispuesto
a ser crítico y a ser criticado.
Ahora,
también es verdad que si eso no lo supiéramos a estas alturas, a
santo de qué hubiésemos elegido esta profesión.
Postdata:
ahora he visto que diez se me ha quedado corto y me han quedado
bastantes cosas en el tintero, capaz que me pongo a escribir otras
diez. ¿Que no?
4 comentarios:
Si, y 100 si son tan enriquecedores como los 10 primeros. Soy defensora del t.c. aunque es de lo más difícil y complicado. Cómo todo, lo que más cuesta, es lo más gratificante....¿O no?
Pues sí, cuando sale bien es lo más. Gracias Inma.
Perfecto, me quedo que la intervención tanto individual como comunitaria se complementan, también la grupal, pero que no falte ninguna de las tres.
No lo había leído hasta hoy y me parece fantástica la entrada por su sencillez. Últimamente parece que nos esforzamos más en ponerle el cascabel al gato que en el gato por la cantidad de esfuerzos que empleamos en definir lo que está claro y, como dices, si es en inglés, mejor.El trabajo comunitario, para mí, es bien sencillo: contar con la gente a nivel individual y colectivo, con procesos que potencien la participación y que a la vez logren implicarles en su situación como personas, como grupo y para que SEPAN cómo hacerlo porque por mucho que nos empeñemos no llevamos el gen de la participación en la sangre y menos en este país. Gracias por resumir de forma de amena, directa y clara de lo que estamos hablando sin pajas mentales de las cuales ya vamos bien servidos en esta profesión.
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